De la arquitectura:

El paisaje inventado


Por Iván Tapia

De la arquitectura:

El paisaje inventado


Por Iván Tapia

 

TAMAÑO DE LETRA:

Pero cuando nosotros ya no estemos,
aquí seguirán los ríos y los montes (…).

Werner Herzog, del principio a la transición y su conflicto


Algunas máquinas de construcción, unas casetas de ensamblaje repletas de aparatos de medición y radios, alrededor de todo el desierto se extienden hasta que la vista los confunde con el azul o con algún ocasional blanco de una nube que de casualidad roza el horizonte. Sentados en la mitad de esta nada (a la que por cierto llaman casa), con miradas desafiantes, los indios Worora defienden sus tierras sagradas de la amenaza del produccionismo en forma de una minera en busca de uranio. A la tribu Worora nadie le habló de los progresos de la ciencia, ni del crecimiento económico del capitalismo, aislados en su desierto sólo recibieron un montón de ropas viejas de los milagros del mundo moderno, y así siguieron siendo sus tierras, siguieron siendo el desierto y sus mitos, esos terruños de nada cuya propiedad sólo la garantizaba una vara mágica que cuenta su historia.

La película discurre entre discursos sin saliva de la razón que parecen dirigidos a la arena, una falta de elocuencia y entendimiento de la ciencia que sólo comprende lo que sabe ver. Es el conflicto de la modernidad contra el mundo del espíritu en la lucha por un pedazo de desierto. De esta película me interesa discutir dos aspectos. El primero de ellos, es la construcción del yo a través del paisaje. En casi todas las culturas ancestrales se puede identificar un discurso mitológico basado en el paisaje, éste además de brindar una identidad también construye el paisaje mismo, al dotarlo de una historia y de un sentido de existencia. En el caso de los indios Worora, el desierto deja de ser desierto y se convierte en parte de ellos mismos y en el hogar de sus ideas; ello se ve resaltado por la inutilidad del suelo, su lucha no es ni siquiera como la lucha de otros pueblos por tierras de cultivo sino por una religión, algo más fundamental en el espíritu que en la inmediatez de una existencia física (un problema semejante tuvo lugar hace algunos años con los Wixárikas y las tierras de Wirikuta en México).

El siguiente punto a discutir es la aparición de una ideología en contra de esta construcción del yo y del mundo y por ende del paisaje: la desacralización del mundo. Este punto es fuertemente abordado (a mi parecer) en la siguiente escena: en el medio del amarillo del desierto sobresale una pequeña construcción con sus letreros y sus ventadas; en uno de sus pasillos repletos de latas, botellas, sobres y empaques se ve a un hombrecillo misterioso sentado en actitud religiosa. Así, un lugar de comunión se vuelve una tienda para consumo de productos procesados. A lo largo del film con escenas como estas, Herzog nos muestra el avance del mundo de la técnica, desacralizándolo. Los nuevos paradigmas llegados de las revoluciones industriales y los nuevos métodos de producción que eventualmente llevaron a las nuevas formas de gobierno capitalista e instalaron un nuevo régimen con nuevos modos de legitimación en los que no había cabida para las ideas de las sociedades tradicionales (exceptuando en algunos casos a las religiones más extendidas). Este punto resulta relevante para el estudio de la arquitectura, pues al entender este desprendimiento de las antiguas tradiciones y una búsqueda del poder para su legitimación, así como las nuevas tecnologías para lograrlo, se puede comprender la nueva función de la arquitectura, tema sobre el cual hablaré de forma más profunda a continuación.

La nueva arquitectura, el pasado resonando en el presente


Si bien, desde un inicio la arquitectura monumental sirvió como forma de perpetuación de las ideas humanas, antes de las revoluciones del conocimiento, la mayor parte de esta arquitectura tiene relación directa con los mitos originarios y en muchos casos se relaciona de forma directa con el paisaje mismo. Se erigen grandes observatorios de los astros, se edifican templos para afirmar lo sagrado de un monte y se alinean las grandes construcciones con el camino de los sagrados astros del día y la noche a través del cielo. Las nuevas grandes arquitecturas no miran nada sino su propio esplendor, ni se alinean con nadie más que con los discursos de las figuras que las construyeron: así el humano deja atrás el paisaje de los Dioses y construye su propia arquitectura; ubicándose a sí mismo en el centro del cosmos, reconstruye el mundo y con una edificación que no adora a nadie sino al mismo hombre.

Muestra de ello son algunos de los ensayos en forma de cortometraje creados por varios directores del tratado Oberhausen en Alemania. De la sobriedad de las gigantescas columnas nazis y sus escaleras parece surgir el discurso sobrio que conquistó a Alemania en su camino para dominar al mundo. Los muros grises de los edificios administrativos, repletos de insignias y largos corredores, son los testigos de la grandeza de un imperio caído. La arquitectura se vuelve entonces, una forma de expresar el yo desde una humanidad moderna y civilizada «Para ser civilizado, había que ser serio. Para ser serio, había que ser triste», dice Eduardo Galeano sobre el proceso de aeuropamiento que sufrió América Latina y «la moda exige que hasta las puertas, ventanas y celosías se pinten de gris», remata el pintor Pedro Figari para hablar de la abdicación de los colores en pos del nacimiento de la era de la “razón”.

La ironía llena la pantalla mostrando las obras arquitectónicas convirtiéndose en lugares turísticos, la gente camina entre las casas construidas en las montañas y los bunkers de Hitler tomándose fotografías para pasar el aburrimiento del fin de semana. Las grandes construcciones se confunden entre las montañas y quedan como parques de atracciones en medio de los bosques.

Total recall: el pasado como argumento del futuro


Un estudio cuidadoso de las películas futuristas que involucren la presencia de vida extraterrestre, así como un buen conocimiento de biología, nos muestran cómo la imaginación humana no sale de los límites del mundo en el que vivimos: toda la vida alienígena está inspirada en la vida en la tierra. Pasa lo mismo con la arquitectura del futuro y como ejemplo de ello hablaremos brevemente de esta película, así como para concretar estas ideas dentro del discurso del cine y una búsqueda de la coherencia en el mismo. Total Recall es un Schwanneggeraso dirigido por el mismo director que hizo Robocop (Paul Verhoeven) como muchas de las películas de Hollywood consta de un argumento en esencia interesante (en este caso una paranoia del control mental establecido por una dictadura tecnocrática) y una ejecución pobre dirigida al entretenimiento de las masas y del público de las malas películas de acción.

Lo interesante en el caso de esta película es el uso de la arquitectura mexicana. En palabras de Cuauhtémoc Medina:

Todas las locaciones de la primera parte de Total Recall (…) son ejemplos en gran medida de la arquitectura del priísmo tardío, (…) las cuales ejemplifican el proyecto fallido de encauzar el país hacia la modernidad.  

Paul Verhoeven encontró la forma de dar veracidad al discurso de una dictadura marciana instaurada en la tierra con ayuda del priísmo y su arquitectura, así el cine añade la realidad de una arquitectura modernizadora y el pasado nos cuenta el futuro.