Postales desde el Edén

Donde el verano va [Episodios de juventud] (2018) de David Pinheiro Vicente


Mar 2, 2019

TAMAÑO DE LETRA:

Los protagonistas de Donde el verano va [Episodios de juventud] (2018), cortometraje del portugués David Pinheiro Vicente, son cuatro hermosos chicos y dos hermosas chicas que deciden pasar un tiempo juntos a orillas de un río en un caluroso día de verano. Hago énfasis en la belleza de los chicos, porque sus cuerpos, semidesnudos y sudorosos, ágiles y gráciles sin esfuerzo, son parte de la materia prima para desarrollar el tema central de la película: el deseo.

Ya desde el inicio se condesa la sustancia de su discurso. El filme empieza con una conversación dentro de un automóvil en movimiento, alguien cuenta una historia sobre una serpiente que planea devorar a su dueño y asistimos a cada uno de los distintos tipos de contacto posible entre dos o más individuos. Nuestro punto de vista permanece fijo a la altura del espejo parabrisas; los personajes aparecen encimados unos sobre otros y lo importante no es tanto el diálogo como la dinámica generada entre los seis cuerpos que habitan el apretado espacio; los roces, gestos y miradas. Dividido en cuatro capítulos, en adelante veremos a los personajes asentarse cerca del caudal del río y pasar el rato, dispersándose en el paisaje. Lo importante no es lo que hagan, sino cómo lo hacen: comen, beben, nadan y fuman con una mezcla de parsimonia y aparente descuido mientras el cineasta filma sus cuerpos con escandalosa atención a los detalles.

Pero el deseo no está contenido exclusivamente en ellos, sino también en el montaje y el sonido. La película alterna planos generales en los que, por momentos, vemos seres completos interactuando a pesar del espacio que les separa, pero conocemos a los protagonistas, en mayor medida, por primeros planos que segmentan piernas, manos, muslos y bocas; la mordida en una manzana, una herida sangrante o los dedos de un pie erizándose evidenciarán la potencia erótica de un cuerpo joven. No obstante, como en el cine del también realizador lusitano João Pedro Rodrigues, el erotismo no surge de la desnudez del cuerpo en sí, sino de la interacción de la cámara con el mismo. Pinheiro Vicente modela apelando a la fragmentación, el silencio y la tensión que genera el transcurrir del tiempo. En medio de la humedad del ambiente y con la llegada inevitable del crepúsculo, el deseo se hará prácticamente tangible y, como un imán, reunirá a todos una vez más en el mismo encuadre, trasmutando además el entorno, aproximándolo al Edén. Una fábula bíblica —de referencias muy claras— convertida en un potente sacrilegio.

Al inicio de este ensayo, parafraseaba indirectamente a François Truffaut en un texto a propósito del estreno de El diablo probablemente (Le diable probablement, 1977).[1] Entre el filme de Robert Bresson y Donde el verano va [Episodios de juventud], me parece, se teje una inesperada relación, precisamente por la forma en la que mutilan y modelan los cuerpos. Si bien Bresson retardaba la aparición del rostro para sublimar las emociones en el gesto del cuerpo y no de la cara, evitando cualquier vestigio psicológico, el recurso tiene el mismo resultado en ambas películas: la creación, en pantalla, de hermosas criaturas. Ahora bien, lo interesante de esta conexión radica de la distancia que emerge entre ambos filmes; en donde el cineasta francés veía —con aplastante pesimismo— una potencia desperdiciada, Pinheiro Vicente encuentra el motor del mundo.

TAMAÑO DE LETRA:

  • Clementina
  • El poder del perro
  • Adios al lenguaje-2
  • Noticias de casa

FUENTES:
[1] François Truffaut, El placer de la mirada, Paidós, España, 1999, p.69.