Stan Brakhage: El universo pestañea

TAMAÑO DE LETRA:

Cine-ojo


La obra de Stan Brakhage es un discurso personal y corporal sobre el acto de ver y sentir el mundo. Personal, ya que para el autor es necesario estar emocionalmente involucrado en lo que se filma, y corporal en cuanto a la disposición del cuerpo para crear subjetividades. En tanto sus posibilidades y limitantes, la corporeidad interviene en el tipo de imágenes que contenemos y devolvemos al mundo, imágenes que se interiorizan a través de la experiencia individual y la percepción para transformarse y expandirse a través de la imaginación. Al haber una necesidad, activan la potencia creativa para ser reproducidas, resignificadas y expuestas en un medio, generando un ciclo de transformación de significados y signos.

Brakhage consideró como punto esencial el acto de ver, la cercanía de los ojos y el cerebro y la concientización de las limitantes de su sentido de la vista (debilidad de percepción compensada por movimientos oculares más rápidos que el promedio), cosas que lo llevaron a desarrollar la idea del ojo interno, es decir, una visión que produce imágenes que se proyectan en la mente, forma primordial del cine.

Partiendo de la idea del ojo interno como primer lugar de creación de imágenes, es posible afirmar que la técnica y el significado de la obra de Brakhage se sustentan en la visión, pero, sobre todo, en la cualidad dramática de cómo es observado el objeto y cómo la continuidad de la visión determina una secuencia y una asociación de las imágenes.

En sus películas, se percibe la tensión entre el ojo-cámara y el objeto, el dinamismo dual de la mirada y el cuerpo en busca de cosas que se transformen ante el lente, la intensidad entre la transición de colores, texturas, escalas y velocidades, y la unión de fragmentos sobre temas como el nacimiento, la muerte y el erotismo para crear paisajes-poemas que nos revelan un misterio que escapa a la vista.

Esta relación perceptiva entre el cuerpo, el ojo, la cámara y la mente se expresa a través de movimientos de cámara sacádicos, cuyas variaciones radicales del enfoque, distorsiones de la lente e inversión de la imagen generan efectos ópticos que refuerzan la naturaleza sublime de las imágenes, las cuales, una vez montadas (en un tipo de montaje «extremo naturalista»), logran situar al espectador dentro de la mirada de Brakhage, posicionarlo en el sitio de los ojos del autor. Un espectador que mira una especie de presente absoluto, fragmentado y fluido, cargado de impresiones vitales, fragmentos de espacio y tiempo dislocados, continuidades cromáticas caóticas y afectivas, reflexiones poéticas, acercamientos deformantes, detalles texturizados, opacidades oníricas, efectos extáticos de luz, oscuridad enunciante, reflejos destellantes, espejismos y apariciones.

Cine sin cámara


Influenciado por el expresionismo abstracto, Brakhage devino en un trance pictórico, un lenguaje de luz que se transforma y configura en torno a espectros de color y sus posibilidades. Así, Brakhage implementó otra serie de gestos estilísticos que recurren a la experiencia de la pintura, la impresión y el rayado sobre la superficie del material para crear un discurso visual en el que se percibe la vitalidad y la violencia del estado creativo, sus aspiraciones metafísicas y la poética del color y la forma.

Estas técnicas hacen visible al medio y a las posibilidades del trabajo plástico sobre la superficie de la película. Aunque esta forma de abordar y crear imágenes cinematográficas no es original de Brakhage —antes de él, autores como Norman McLaren, Isidore Isou, Len Lye y José Antonio Sistiaga realizaron obras que abrazan la materialidad del celuloide—, será él quien en todas sus etapas creativas explore al extremo la intervención del material fílmico.

Imaginación como pensamiento e imagen de choque


 

But one can never go back, not even in imagination. After the loss of innocence, only the ultimate of knowledge can balance the wobbling pivot. Yet I suggest that there is a pursuit of knowledge foreign to language and founded upon visual communication, demanding a development of the optical mind, and dependent upon perception in the original and deepest sense of the word.
Stan Brakhage, Metaphors on Vision[1]

 

Las películas de Brakhage son una experiencia estética de choque. El espectador vive la ruptura temporal en la forma de ver e interiorizar el discurso. Las imágenes se vuelcan sobre la mirada revelando visiones y experiencias estéticas sublimes que sacuden la percepción y reactivan la imaginación como forma de pensamiento. Suprimen la anestesia de la representación a favor de una experiencia sinestésica que permite percibir las imágenes de manera objetiva y actual, y analizar la operación del lenguaje más allá del contenido. En este sentido, sus películas redirigen la atención de la mirada del autor hacia la del espectador, quien continúa el proceso de elaboración de la imagen a través del pensamiento.

 

Imagine an eye unruled by man-made laws of perspective, an eye unprejudiced by compositional logic, an eye which does not respond to the name of everything but which must know each object encountered in life through an adventure of perception. How many colors are there in a field of grass to the crawling baby unaware of ‘Green’? How many rainbows can light create for the untutored eye? How aware of variations in heat waves can that eye be? Imagine a world alive with incomprehensible objects and shimmering with an endless variety of movement and innumerable gradations of color. Imagine a world before the ‘beginning was the word.[2]

 

Si bien el retorno a un estado de inocencia visual es algo imposible, la obra de Brakhage nos acerca a una recuperación de los sentidos, un redescubrimiento de la visión que estimula y genera subjetividades alternativas a la lógica y las convenciones narrativas.

 

La imagen cinematográfica debe tener un efecto de choque sobre el pensamiento, y forzar al pensamiento a pensarse él mismo y a pensar el todo. Esta es la definición misma de lo sublime.[3]

 

La poética visual de Brakhage es asimismo política en cuanto a su capacidad de generar estados de reflexión sobre la vida y el arte, y de vislumbrar cómo operan las subjetividades en la construcción individual y colectiva de la realidad para entender qué y cómo deseamos y la forma en que esto influye en nuestros actos. Con ello, trasciende las imágenes y las emociones que evoca; hace latente en el espectador la posibilidad de lo imaginario como potencia creativa que destruye clichés y reconfigura la realidad.

Persiguiendo un poema


El interés de Brakhage por la poesía es anterior a su vocación fílmica. Con dificultades para entender los cantos de Ezra Pound, el cineasta insistió en la lectura y en la creación de poemas. Aunque las palabras no fueron el medio último por el cual el artista expresó la belleza de su imaginación, sus películas son poéticas.

A partir de la idea del ojo interno, la obra de Brakhage logra expresar estados internos que sugieren otro plano de experiencia subjetiva al capturar imágenes del mundo físico que devienen ante la mirada del autor en imágenes espectrales: imágenes opacas, no identificables y oscuras, cuyas características enfatizan su valor expresivo sobre su existencia en una realidad física. El equivalente literario a este proceso será la «escritura automática» que libera a la palabra de la representación, la gramática y la referencialidad.

Otro aspecto relevante es la ausencia de la imagen sonora en la mayoría de sus películas, ya que, para el autor, el sonido cinematográfico era un error estético cuya función, la mayoría de las veces, era la de representar, distrayendo la atención de la imagen visual y el aura de la obra. Lo interesante de esta decisión creativa es que, cuando uno ve las películas silentes de Brakhage, hay un ritmo inherente en el montaje de luces y texturas, una musicalidad silenciosa dada por el efecto de beat que genera la sucesión de cuadros y los movimientos de cámara. La imagen es la que reverbera y emite pulsos que vibran dentro del espectador en un intento de alcanzar el profundo silencio de su interior.

RAGE NET © 1988


 

Anger is an energy
Public Image Limited

 

Se lee en la parte inferior de una superfie negra con manchas rojizas: «RAGE NET © 1988 By Stan Brakhage».

Corte a otro cuadro negro con manchas rojizas en las que se lee de nuevo «RAGE NET», pero en una tipografía de mayor tamaño y con mayor tensión en sus líneas. La pantalla se va a negros por un lapso de aproximadamente dos segundos.

Rasguños verdes y amarillos sobre un fondo negro. En primer plano, un rasguño luminoso y blanco. Los rasguños aumentan de dimensión y se intensifica su danza flameante: RABIA.

Manchas de arcoíris bajo siluetas negras craqueladas que cambian de dimensión y se mueven sobre la superficie.

Arcoiris y caos que deviene de nuevo en rasguños verdes y amarillos. De nuevo arcoiris por un instante y regreso a la rabia verdiamarilla. Arcoiris que lucha contra la silueta negra. Momento púrpura-azul en primer plano sobre una superficie negra que cubre destellos de verdiamarillo: belleza.

Estridencia de estrellas verdes, amarillas y blancas, luminosas, rasguños pequeños verdiamarillos y pequeñas estrellas blancas. Negro. Superficie negra con manchas rojizas. Se lee: «by Brakhage». Corte a superficie negra con manchas rojizas, se lee de nuevo «RAGE NET © 1988 By Stan Brakhage».

Describir la obra fílmica-pictórica de Brakhage es una tarea difícil. La naturaleza dinámica y bidimensional de la obra está dada por la fusión de dos artes (pintura y cine), en la que las siluetas informes de color pintadas sobre el negativo se actualizan en cada fotograma y devienen en espectros de color impredecibles durante su proyección: un baile cromático de auras. Más que definir o narrar una situación, buscan expresar la esencia del sentido y sentimiento de un acontecimiento y generar un choque en la percepción y la psique a través de nuevas formas de representación que generen nuevas formas de pensamiento.

Una de las más visibles influencias del director es la obra del pintor expresionista abstracto Jackson Pollock. El gesto pictórico de Brakhage retoma la energía y el impulso del color que explota e imprime formas que se yuxtaponen sobre el negativo, pero, a diferencia del espíritu dionisiaco de Pollock, en la obra de Brakhage se percibe una búsqueda mística de aprehender el mundo.

Rage Net (1988), película-pintura de 38 segundos, es un discurso discordante entre entidades de color en una atmósfera oscura. Ciclo arrítmico de destrucción-creación, pulsión que deviene en gestos pictóricos cargados de afectos, siluetas de luz y color cuya intensidad y energía transmiten la potencia del impulso que se sublima, transforma y materializa.


FUENTES:
[1] Stan Brakhage, Metaphors on Vision, Nueva York, Light Industry/Anthology Film Archives, 2017, p. 134.
[2] Ibíd., p. 89.
[3] Gilles Deleuze, La imagen movimiento, Barcelona, Paidos Ibérica, 1984, p. 121.