Un western politizado

Bacurau: Tierra de nadie (2019) de Kleber Mendonça Filho y Juliano Dornelles


Dic 9, 2019

TAMAÑO DE LETRA:

La discusión sobre los géneros cinematográficos en el cine de Latinoamérica siempre ha tenido la gran polémica de si éste debe seguir los cánones narrativos y técnicos que imperan en el cine estadounidense y europeo para dejar en claro que de este lado también se puede hacer «buen cine» o si, en concordancia con Glauber Rocha, los cineastas latinos deben optar por un cine que desafíe esos preceptos y reflexione sobre los problemas que aquejan a su región y tiempo, en una especie de creación de nuevo cine.

Ante esta polémica, aún hoy sin una única respuesta, Bacurau: Tierra de nadie, la más reciente película de Kleber Mendonça Filho y Juliano Dornelles, da una mirada refrescante, pues combina el western con una reflexión de la situación sociopolítica del Brasil actual. La historia se presenta en un futuro distópico en el poblado ficticio de Bacurau, que, acosado por la delincuencia y el olvido de las instituciones políticas, intenta sobrevivir a los ataques de un grupo de norteamericanos amantes de las armas de fuego.

Pese a que el filme sea consecuencia de una codirección, se puede establecer una relación directa con la filmografía anterior de Mendonça Filho, no solo por la reaparición de Sonia Braga, protagonista de Aquarius (2016), sino porque, al igual que en esa película, el cineasta trata de evocar un sentimiento de defensa de lo propio ante un capitalismo que cada vez gana más terreno.

Si en Aquarius se narraba la negativa de Clara a dejar el departamento de toda su vida para que se construyera un proyecto de edificios residenciales, aquí los habitantes de Bacurau luchan para no ser desaparecidos por un sistema que, con solo usar algunos aparatos, puede sacar del mapa, literalmente, a una población entera. En ese sentido, la narrativa del filme se desarrolla desde una coralidad en la que no importa tanto la individualidad de los personajes como su manera de actuar en grupo, y es a través de este tipo de narración que Mendonça y Dornelles centran su discurso en temas como el neocolonialismo, el genocidio, el racismo y la corrupción, erigiendo una película completamente política en la que cada suceso responde a una posición ideológica, por lo que resulta aún más interesante que la cinta aborde un género tan norteamericano como el western.

Sin embargo, Bacurau: Tierra de nadie no significa una tropicalización o rarificación de un género, como sí lo fueron en su momento las películas del llamado gótico tropical[1] dirigidas por Carlos Mayolo (Carne de tu carne [1983], y La mansión de Araucaima [1986]) y Luis Ospina (Pura sangre [1982]), ni tampoco un émulo a cualquier clásico del género; es más una deconstrucción y satirización de los artificios del mismo.

De esta forma, se pueden encontrar en el filme al típico delegado/policía corrupto (pero aquí lleva ataúdes de regalo al pueblo y les pide que voten por él en las próximas elecciones), la guerra por el territorio que enfrenta a dos bandos (que en realidad no es una guerra exclusivamente física, sino ideológica) y una que otra muerte o cabeza desprendida del cuerpo. Una apropiación del género a los problemas más inmediatos de la sociedad brasileña y, por lo tanto, de toda Latinoamérica.

En una escena del filme, esta hipótesis se vuelve más palpable, pues dos brasileños ayudan al grupo de estadounidenses a encontrar el pueblo de Bacurau sin importar las muertes que esta acción deje a su paso. Cuando éstos les piden una explicación sobre la decisión de ayudarlos, responden que es porque se sienten más cómodos con ellos que con su propia gente. Lejos de provocar empatía, la respuesta provoca aversión, pues una norteamericana responde: «Quieren ser como nosotros, pero no lo son. Sus labios y nariz los delatan, son como mexicanos blancos».

Así, la película va de la reflexión sobre las consecuencias de un capitalismo rapaz dispuesto a todo con tal de conseguir sus propósitos, a la de las diferencias raciales y sociales que aún siguen atormentando a toda sociedad de América Latina y que, con el renacimiento de una extrema derecha como la que gobierna Brasil, se vuelven aún más evidentes.

Quizá, en una época en la que la discusión sobre qué es cine ha vuelto a tomar fuerza o en la que se ha vuelto a pensar el cine a través de géneros, una película como Bacurau: Tierra de nadie, que reinventa un género desde la propia ejecución cinematográfica y que al mismo tiempo mueve fibras sociales muy profundas, tenga más respuestas de las que se podría imaginar.

TAMAÑO DE LETRA:

 

  • Clementina
  • El poder del perro
  • Adios al lenguaje-2

FUENTES:
[1] Juana Suárez. Luis Ospina: Todo comenzó por el archivo. Los cuadernos de Cinema 23, México. 2016. p. 14.