El baile de la ausencia

Golden Eighties (1986) de Chantal Akerman


Mar 6, 2020

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La gran mayoría de lo que vemos en pantalla es resultado de un ensayo. En el cine, dicho ejercicio es prácticamente invisible a excepción de las imágenes esporádicas que suelen acompañar material promocional o «detrás de cámaras». Lo cierto es que el proceso por el que se llega a consumar una imagen resulta en ocasiones igual de fascinante, enigmático y, desde luego, cinematográfico. Después de una prodigiosa sucesión de películas recibidas con gran entusiasmo, la cineasta belga Chantal Akerman se sentía peligrosamente cerca de repetirse a sí misma. Decidió entonces acercarse a la comedia musical, una decisión radical en apariencia, pero que, si consideramos la obra de Akerman como un continuo, resulta no solo coherente, sino natural.

«Para mí, la comedia no es pequeña», afirmaba Akerman en una entrevista sobre Les années 80 (1983), obra cinematográfica que se presenta de dos formas: primero, como el ensayo de una película y, posteriormente, como una película «en forma». En Les annés 80, Akerman presenta el proceso de realización de una comedia musical, género en el que el principal instrumento cinematográfico es el movimiento de los cuerpos al ritmo de la música, del silencio y su colocación en el espacio, nociones que ya habían sido expuestas en la bella Toute une nuit (1982), una comedia musical sin música ni baile, pero con movimiento rítmico. En el documental, Akerman presenta bailarinas y actrices probándose vestidos, sesiones de grabación, lecturas de guion y ensayos, abarcando el proceso por el que se llega a un «producto final».

El documental tiene la intención de mostrar la gestación de una imagen y equiparar dicho proceso a un montaje coreográfico cuya precisión es resultado de un conocimiento del cuerpo y las posibilidades que su movimiento ofrece. Idealmente, lo que menos debería moverse en un musical es la cámara, siendo los cuerpos y su registro en un espacio determinado lo que induce el asombro. Tres años después del documental Les années 80 vendría Golden Eighties (1986), en la que tres mujeres jóvenes en un salón de belleza sienten atracción por el hijo del dueño de una tienda de ropa dentro de un cosmopolita centro comercial en París.

Los enredos amorosos y el caos que crean encuentran en el baile y el movimiento rítmico del musical la posibilidad de resolverse. Un movimiento sencillo tiene profundas implicaciones dramáticas si vemos, por ejemplo, Funny Face (1957) de Stanley Donen o Love Me Tonight (1932) de Rouben Mamoulian, películas con las que Golden Eighties comparte una concepción peculiar de la palabra y la emoción: cuando éstas son insuficientes, se suplen con el baile o el canto. La primera escena de la película presenta un desfile de pies femeninos que cruzan la pantalla en distintas direcciones. Los movimientos parecen al mismo tiempo «naturales» y minuciosamente coreografiados, equilibrio que la película mantiene a lo largo de su desarrollo y que pone la obra de Akerman más cerca de René Clair o Mamoulian que de Jacques Demy, por ejemplo.

Golden Eighties bien podría verse como una partitura a dos tiempos que se cruzan para formar un tercero. El primero es en el que se desenvuelve el intercambio entre las jóvenes Lili, Mado y Pascale, quienes se sienten atraídas por el superficial y egoísta Robbie. El segundo involucra a los padres de Robbie, Jeanne Schwartz y Monsieur Schwartz, y un soldado americano que regresa a París, viejo amante de Jeanne.

Curiosamente, aunque la película mantiene vivacidad independientemente de la narrativa en que se encuentre, existe una nota más melancólica en el triángulo de Robbie que en el de su madre. El amor como un sentimiento domina la película de la misma forma que la cámara de Akerman mantiene la quietud de otras películas de su filmografía, permitiendo que sean los cuerpos, su movimiento y sus sonidos los que completen lo que vemos. La noción del amor que se presenta aquí mantiene cierto aire de cinismo propio de la década de Margaret Thatcher, Ronald Reagan y su jerga bursátil.

Es el tipo de amor ilustrado por Robbie, Pascale, Mado y Lili el que es descrito por Mr. Schwartz cuando compara el amor con los vestidos, que es justamente su negocio en el centro comercial: «Escoges el que se te ve bien. Si no, andarías desnudo y así nos quedaríamos en bancarrota». En ese sentido, Akerman muestra una faceta fetichista del amor, acentuada por la obsesión del soldado que busca revivir su romance con Jeanne, confesándole que una vez persiguió a una mujer por la calle pensando que era ella, al punto de parecer un loco, igual que quienes piensan que el lenguaje del amor se expresa a través del canto y el baile.

Golden Eighties es un musical que no busca rupturas más que costuras y cuyas digresiones son cosméticas, pero nunca superficiales. La sensibilidad de Akerman guarda un dejo de cinismo y desconfianza que permanece en esta película, una de las más atípicas de su filmografía y, al mismo tiempo, una que usa como principal medio una de sus mayores preocupaciones como cineasta: el movimiento y la interacción de los cuerpos al ritmo de la ausencia de amor. 

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