Temp-o-rema


Jul 30, 2020

TAMAÑO DE LETRA:

theórema (del griego): «lo que se puede contemplar».

En Le maitre du temps (1970) del también crítico de cine Jean Daniel Pollet, un extraterrestre conocido como el «maestro del tiempo» viaja a través de los siglos explorando planetas. Este ser interplanetario e intertemporal llega a la Tierra, donde un hombre le cuestiona sobre sus dotes, pero termina enterándose de sus limitaciones. Este ser solo puede viajar en el «sentido del viento», nunca en dirección contraria, y también está delimitado por la muerte.

Este «maestro» hace posible que el tiempo mismo mute y que su duración se condense en la fugacidad o se distienda en la eternidad. Esta cualidad atemporal es visible en el enigmático rostro del actor británico Terence Stamp, cuyo gesto adusto permanece inamovible en el transcurso de toda su filmografía y que en varías de sus películas da una cualidad etérea que lo convierte en el vehículo ideal para lo insólito, incluyendo la mutación cronológica.

En Teorema (Pier Paolo Pasolini, 1968), The Mind of Mr. Soames (Alan Cooke, 1970) y The Limey (Steven Soderbergh, 1999), Terence Stamp, más que interpretar personajes, interpreta abstracciones relacionadas a la venganza, la seducción, el poder y el tiempo mismo. En The Mind of Mr. Soames es un hombre que ha permanecido en coma desde el nacimiento y que es despertado por un tratamiento quirúrgico. El hombre nace de nuevo a los treinta años y se convierte en una anomalía, un ser humano cuya naturaleza extraordinaria surge de su desfasamiento cronológico. Puede que sea ese mismo desfase el que arrastra a un estado de suspensión a la familia que seduce en Teorema con la misma fuerza y simpleza con la que el movimiento del mar hipnotiza a quienes viajan en él.

Mucho se especula sobre la naturaleza de ese «visitante» en la película de Pasolini y, aunque resulta tentador pensar que se trata de un ente divino o Dios mismo pervirtiendo el mito burgués por excelencia, quizá lo que se oculta detrás de ese misterioso visitante sea algo más cercano a un ente como aquel «maestro del tiempo» de la película de Pollet o tal vez como uno de los alienígenas de la novela corta Hielo y fuego de Ray Bradbury, cuyo ciclo vital les causa morir y envejecer en tan solo ocho días. Más que un visitante de otro planeta, un ser de naturaleza divina o un hombre perdido en su propio sueño, se trata de un mutante del tiempo, aquello que, como hace el personaje de The Limey muy cercano a la muerte, únicamente contempla.