Notas al pie de imagen: el espacio negativo

Santikhiri Sonata (2019) de Thunska Pansittivorakul


Oct 8, 2020

TAMAÑO DE LETRA:

Inquietantes movimientos y sonidos humanos, disparos, un incendio y fugas de humo que ascienden al cielo azul pueblan el paisaje amplio de relieves verdes que abre a Santikhiri Sonata (Thunska Pansittivorakul, 2019). Al enmudecer aquel estado inicial, la cámara aguarda la fugaz encarnación que el paisaje hace del nombre con que fue rebautizada la zona al norte de Tailandia a la que este pertenece, la Colina de Paz, nombre escogido para silenciar su pasado y presente de represión militar y anticomunista. Ese gesto de espera no solamente despliega las formas discretas en que se orquesta la violencia, intentando dejar atrás pocas o ninguna huella, pero también se vuelve un espacio abierto al encuentro con el azar que se manifiesta en la aparición de una mosca errante en la pantalla. El insecto diminuto que se pasea en primer plano sobre la superficie transparente de la ventana que separa a la cámara del acontecimiento que esta registra nos localiza en el lugar de enunciación de la película: la frontera. «Si la ventana es frontera, fronterizo es también lo que acontece frente a ella», escribió Cristina Rivera Garza.[1]

Es el testimonio de una mujer que más tarde, hablando de la violencia cotidiana que se vive allí por tráfico de drogas, una refinería de heroína y la ocupación militar, hace explícito el lugar fronterizo que habita Santikhiri (traducido al español como «la Colina de Paz»), con relación a Myanmar/Birmania. Mientras que hacer ciertas cosas explícitas en la película opera como brújula, localizando a quien la ve en un espeso entramado geopolítico sin excesivos ánimos explicativos, fragmentos como el testimonio de aquella mujer, conversaciones mundanas, vuelos especulativos hacia el año 2050, performances, karaoke, material de archivo y pornografía nos acercan a Santikhiri desde la evocación de estados de tensión, deriva y paradoja. Es entonces en ese doble movimiento de orientación y desorientación que la película pulsa.

Hay fragmentos en los cuales la imagen se empequeñece y flota sobre un fondo negro y mi mirada se riega por la pantalla intentando leer los textos que van apareciendo a su alrededor. Mi costumbre de leer de izquierda a derecha se pone en jaque. Unos textos son descripciones de hechos políticos, otros presentan datos sobre alguien que jugó un papel relevante o colindante con ellos, otros son letras musicales, otros sus traducciones al inglés y otros son anotaciones personales. Sin importar el lugar que ocupan estos textos con relación a la imagen —a sus costados, arriba o abajo—, los imagino como notas al pie de un texto. Un manifiesto para la ultratraducción, de Antena Aire, habla de las notas al pie como uno de los espacios hacia los cuales la ultratraducción tienta a los traductores para salir de su invisibilidad y hacer visibles las herramientas y procesos que hacen su labor, «una labor para traducir lo intraducible, y también preservarlo: no reducir lo irreductible. No saber, sino reconocer».

Pienso entonces que la labor que hacen Thunska Pansittivorakul y el equipo de esta película es más cercana a la de la ultratraducción[2] que a otras quizás de asociación más inmediata, y que los espacios desde los cuales operan son principalmente las notas al pie, pero no de texto, sino de imagen. Notas al pie de imagen. En una escena donde dos muchachos entablan algo entre un juego y una lucha con sus cuerpos se revela en el pie de uno de ellos una nota escrita. Ese acto de filmar y hacer notoria la nota en el pie habla de una postura enraizada en hablar desde eso que, como las notas al pie de texto o imagen, se considera con frecuencia como espacio negativo, suplementario, empequeñecido; lo que quizás, en efecto, la milicia no ha podido percatarse al momento de fabricar su relato nacional. Lo que la milicia no ha hecho.

Previo a cualquier imagen, en letras blancas sobre negro Santikhiri Sonata presenta la declaración hecha por Soong Mei-ling (Madame Chiang Kai-shek) que dice: «Escribimos nuestro propio destino. Nos convertimos en lo que hacemos». Llevando nuestra mirada de derecha a izquierda, la película responde con la pregunta: «¿Podemos realmente escribir nuestro destino? Nos convertimos en lo que no hacemos». Y lo que sigue es un acercamiento a los secretos, deseos y posibilidades expansivas de ese llamado espacio negativo.

TAMAÑO DE LETRA:

 

  • Clementina
  • El poder del perro
  • Adios al lenguaje-2
  • Noticias de casa

FUENTES:
[1] Cristina Rivera Garza, «Del verbo tocar: Las manos de la pandemia y las preguntas innescapables. Especial: Diario de la pandemia» en Revista de la Universidad, México, junio 2020.
[2] Antena, Un manifiesto para la ultratraducción, Antena Books, Nueva York, 2013. Disponible en: http://antenaantena.org/wp-content/uploads/2012/06/ultratranslation_esp.pdf?fbclid=IwAR30zkXGBUhgXGCNmogtCtR1ZPd_emwWt_BGo9jQsuPGc4DmbAhPYDIte7w