Los desperdicios del verano

Diários de Otsoga (2021) de Maureen Fazendeiro y Miguel Gomes


Jul 14, 2021

TAMAÑO DE LETRA:

But the night begins to turn your head around
And you know you’re gonna lose more than you found
Yeah, the night begins to turn your head around

Frankie Valli, The Night

Las diferencias entre la realización de una película y la película misma son cada vez más tenues y, ante esa disolución, existe una oportunidad o una fuga. Los cineastas Maureen Fazendeiro y Miguel Gomes parecen querer fugarse de su propia ficción en Diários de Otsoga (2021), pero, a medida que la misma va avanzando, notamos que la fuga solamente es aparente. No existe nada de qué escapar en primer lugar más que de la realidad misma.

Después de sumergirse en una desigual y ambiciosa adaptación de Las mil y una noches hace algunos años, Gomes dirige con Fazendeiro un modesto relato sobre tres jóvenes (Crista Alfaiete, João Nunes Monteiro y el gran Carloto Cotta) que pasan los días en una casa de recreo en las afueras de Portugal. La cámara los filma haciendo tareas cotidianas, simplemente tomando el sol en una piscina o bailando al ritmo de Frankie Valli, en un bucólico verano muy cercano al intimismo de Aquel querido mes de agosto (Aquele querido mês de agosto, Miguel Gomes, 2008).

El ejercicio fílmico podría parecer estéril de inicio y además redundante, considerando que existen decenas de películas que toman un punto de partida similar en Latinoamérica. Sin embargo, Diários de Otsoga tiene la ventaja de llevarse a cabo en Portugal, país del que podemos decir, basados en su rica tradición cinematográfica y literaria, que es la tierra del verano eterno. La cinta de Fazendeiro y Gomes se desarrolla a lo largo de veintidós días con una cronología inversa, es decir, comenzando por el día 22 hasta llegar al día 1.

Como en La flor (2018) de Mariano Llinás, el mismo director explica el mecanismo de funcionamiento del filme, proponiendo también una forma lúdica en la que tanto Fazendeiro como Gomes filman con las limitaciones de una pandemia (tema que, por cierto, ha tenido una presencia bastante modesta en casi todas las películas del Festival de Cannes este año; de todas las que he visto, Diários de Otsoga es una de las más estimulantes).

La noche tiene tantos colores posibles que hay matices suficientes para cada uno de los días. Filmada en evocativos 16 mm, la cinta mantiene ambiciones tan modestas como las de un grupo de vacacionistas en una casa de recreo veraniego: permitir que la naturaleza tome el lugar de la cronología —como en el plano de la fruta que gradualmente vemos recomponerse mientras los días retroceden— y no tener ninguna expectativa ni preparación posible respecto a lo que se va a encontrar, incluso en un rodaje.

Si hay belleza en la improvisación y en la ausencia de estructura, Diários de Otsoga deja claro en sus propias palabras que, para llegar a ella, hay que «desperdiciar mucha película».

TAMAÑO DE LETRA:

 

  • Clementina
  • El poder del perro
  • Adios al lenguaje-2