Rabia contra la agonía de la luz[1]

Entrevista a Lav Diaz


Dic 6, 2021

TAMAÑO DE LETRA:

Traducción de José Emilio González Calvillo

Esta es una versión editada en español de una conversación entre Lav Diaz y Michael Guarneri que sucedió a finales de 2019 y principios de 2020, antes de que se declarara el estado de pandemia. El texto completo en inglés está disponible en el libro de Michael Guarneri Conversations with Lav Diaz, publicado por Piretti Editore en noviembre de 2020.

Lav Diaz comienza:

En junio de 2018 recibí un mensaje de mi amigo Larry Manda, el cinefotógrafo: «Hermano, recién me encontré un tratamiento que escribiste en 2000, cuando estabas en el rodaje de Batang West Side [2001]. Se llama 2019. Lo leí y me parece que ¡es muy bello y muy urgente!». Me quedé como «¿en serio? Órale, lo había olvidado por completo». En 2000, el actor Michael de Mesa me pidió que escribiera una historia para él, porque quería dirigir su ópera prima. Entonces, escribí un tratamiento breve para una película de ciencia ficción distópica. La trama era acerca de un sicario que tiene en la mira a un dictador; la película trataba sobre el asesinato de un dictador. Escribí esto en 2000 y lo titulé 2019. Nada resultó de ello, hasta que Larry me escribió en junio de 2018. Fuimos por un café y me dio una copia del tratamiento. Lo leí y pensé: «¡Qué ironía! El tratamiento se llama 2019 y ya casi es 2019… ¡y actualmente tenemos un aspirante a dictador como presidente en Filipinas!». Entonces decidí hacer la película y a los pocos días ya estaba buscando el dinero para producirla. Contacté al actor Piolo Pascual y le dije: «Tengo listo un material de ciencia ficción, por si lo quieres leer. Son unas cuantas páginas». Piolo dijo: «Hay que vernos ya, porque en la noche me voy a un rodaje en Hawái». Entonces fui a su hotel, nos tomamos un café y leyó el tratamiento. Me dijo: «Le entro. ¿Cuánto necesitas?». Le respondí que lo que fuera entre cinco y ocho millones de pesos filipinos, que son como entre cien mil y ciento cincuenta mil dólares estadounidenses. Él dijo: «Ok, ¡hagámoslo!». Ese es el origen de The Halt [2019]. La película llegó por accidente y surgió con naturalidad.

Habitualmente, se describe a la ciencia ficción como uno de los géneros fílmicos más caros de realizar. ¿Qué consejo le darías a tus colegas cineastas, quienes, quizás, desean hacer una película de ciencia ficción, pero, como tú, tienen poco dinero?

Siempre me sorprende que se le considere a la ciencia ficción como un género caro. No lo es. La idea detrás de la ciencia ficción es «¡se libre, solo alócate!». Eso es la ciencia ficción: realmente puedes llevarlo muy lejos y nadie lo cuestionará. ¡Puedes hacer lo que tú quieras! Entonces, ya sea ciencia ficción o cualquier otro tipo de cine, mi consejo es el siguiente: si tienes una idea para una película, adelante, filma tu película. No necesitas mucho presupuesto, lo único que necesitas es no perder tu visión. Para The Halt, utilicé drones muy baratos para hacer a los robots centinelas y usé una lona en lugar de un espectacular electrónico muy grande… [ríe]. Yo no trabajo por cuestiones monetarias. Trabajo gracias a las ideas. No pienso demasiado en el presupuesto. Muchas veces, el presupuesto es un falso problema en el cine. ¿Tienes una idea en la que realmente crees? ¿Tienes una idea que realmente quieres expresar mediante el cine? Agarra tu celular y comienza a rodar. Hasta hace no mucho tiempo, no teníamos esta clase de privilegio. Cuando comencé a hacer películas, ¡el Super 8 era carísimo, el 16 mm era carísimo! Ahora, solo agarras tu celular, por Dios —incluso uno viejito funciona— y puedes empezar a hacer cine. Al final, las ideas rebasan a la tecnología. Usa la tecnología como herramienta y que el prepuesto no te impida filmar. ¡Venga, no te hagas a un lado por problemas de presupuesto!

The Halt —realizada en 2018, pero situada en 2034— no es tu primera incursión en la ciencia ficción distópica. En 2001, hiciste Jesus the Revolutionary [2002], ambientada en 2011. ¿Sientes que hay un vínculo entre las dos películas?

Bueno, todas mis películas están relacionadas, en el sentido de que yo siempre trabajo alrededor de la lucha de mi pueblo, que lucha una batalla inacabable en contra de regímenes autoritarios. En Filipinas tenemos este padecimiento: nos liberamos y, luego, de inmediato, recaemos en las viejas formas y terminamos en las garras de otro colonizador, otro dictador, otro déspota. ¡Es realmente un malestar nacional! Entonces, el revolucionario que llevo dentro siempre piensa en eso. ¿Cómo romper con ese círculo vicioso? ¿Cómo enfrentar este sistema tan disfuncional, fracturado y cataclísmico?

También te pregunté acerca de la relación entre Jesus the Revolutionary y The Halt por las decisiones en el elenco. Joel Lamangan interpreta a un coronel fascista y despiadado en Jesus the Revolutionary e interpreta al dictador fascista, Nirvano Navarra, en The Halt. Pinky Amador y Bart Guingona hacen personajes que luchan contra la dictadura en las dos…

Es una coincidencia enorme que notamos hasta que comenzó el rodaje. ¡No lo hicimos a propósito!

En la Filipinas retratada en The Halt, no hay sol, debido a una erupción volcánica en 2031. Este es un gran ejemplo de la ironía trágica, ya que el sol aparece en la bandera filipina…

Filipinas es la llamada «Perla de Oriente», el lugar donde «el Sol siempre brilla». Esta es la retórica oficial acerca de nuestro país. Pero Filipinas también es un lugar muy oscuro. Tenemos una suerte de dicotomía, tanto en Filipinas como en el resto del Sudeste Asiático: la luz y la oscuridad, la belleza y la fealdad de nuestra tierra. Tenemos la negrura y la fealdad que la naturaleza trae (las erupciones volcánicas, los tifones, los grandes terremotos, los tsunamis…) y, por supuesto, tenemos la oscuridad y el horror que traen los sistemas políticos tan destructivos que nos oprimen.

Manila en 2034 es la Manila descrita en los ochenta en la canción Rage del grupo de punk filipino The Jerks: «Children begging in the streets at night / Knocking on cars till the morning light / People standing in line for a kilo of rice / Welcome to the dark ages, the era of lies…».

¡Rage es una gran canción! Está inspirada por un poema escrito por el poeta galés Dylan Thomas: Do not go gentle into that good night. El vocalista y guitarrista de The Jerks, Chickoy Pura, me lo dijo. Pero, de vuelta al punto. Sí, nuestro pasado sigue siendo nuestro presente. Y será nuestro futuro si no hacemos algo para cambiar las cosas. Los «niños suplicando de noche en las calles» es un ejemplo clásico. Hasta ahora, hay muchos niños y niñas de la calle en Manila y por todo el país. Están solos, hambrientos y enfermos, y solo nos olvidamos de su existencia. Se han convertido en personas sin rostro; solo son cifras en las estadísticas. Desde que comencé a hacer películas, he estado obsesionado con los niños de la calle. De hecho, tuve la posibilidad de mudarme a Nueva York en julio de 1992 por mis trabajos sobre niños de la calle. Mientras trabajaba como periodista en Manila, a comienzos de los noventa, hice algunos reportajes fotográficos y un corto documental sobre los niños de las calles de Manila. El tema me era muy cercano, en especial porque en ese momento mi esposa y yo teníamos tres hijos y nada de dinero para su crianza. Gracias a esos trabajos, una institución católica japonesa me invitó a viajar a Nueva York y a otras ciudades de Estados Unidos para hacer exposiciones multimedia como parte de una campaña de beneficencia. Fue así que me fui a Nueva York y encontré un empleo en un periódico filipino que se llamaba The Filipino Express. Mis primeros trabajos sobre los niños de la calle en Manila me permitieron vivir ahí por unos cuantos años para después traer a mi esposa y a mis hijos a finales de los noventa. También, en mi ópera prima Burger Boys [1999], incorporé una subtrama acerca de niños de la calle, abandonados por el corrupto del Secretario de los Desfavorecidos [Noel Miralles]. Si te das cuenta, hay niños de la calle en casi todas mis películas, desde Burger Boys a The Halt. Realmente nada ha cambiado en este país de comienzos de los noventa hasta hoy.

Políticamente, el pasado y el futuro tampoco son tan diferentes: en The Halt, la oscura Filipinas de 2034 está gobernada por el dictador Nirvano Navarra, quien no solo se jacta de que Ferdinand Marcos es su ídolo, sino que, además, pone en práctica todas las técnicas de Marcos. De hecho, Nirvano Navarra propaga el miedo hacia los rebeldes revolucionarios y utiliza este miedo para justificar las intervenciones militares en contra de los civiles; habla acerca del despertar de una nueva sociedad; se presenta a sí mismo como un hombre elegido, un hombre en contacto directo con Dios.

Así es, es el mismo tipo de fabricación de mitos. Nirvano Navarra es un estudiante de Marcos: crea mitos sobre sí mismo, donde se presenta como un superhombre. Él sabe que, debido a la ignorancia de las masas, esta clase de cuentos apócrifos se harán verdad en algún momento.

Y aun así, Nirvano Navarra no es el doble de Marcos…

Nirvano Navarra es Rodrigo Duterte. La Operación Black Rain de Navarra es la Guerra contra las Drogas de Duterte. ¡Es evidente!

Como Duterte, Navarra le declaró la guerra a su propia gente. Como Duterte, Navarra está en un tratamiento médico muy fuerte y hace comentarios atroces, casi delirantes, sobre cualquier cosa. Como Duterte, Navarra insulta a los países de Occidente para promover el orgullo nacional filipino… Antes que otra cosa, quiero preguntar por qué decidiste usar la comedia satírica para abordarlo, porque casi nunca la habías usado, salvo, quizás, en Burger Boys, al retratar al Secretario de los Desfavorecidos y a otros funcionarios corruptos del gobierno.

The Halt es una película muy trágica, pero también es muy muy chistosa. Quería trabajar con esta paradoja. Quise introducir algunos ingredientes de farsa porque ese es el tema con los dictadores: son malvados y sanguinarios, pero también tienen un lado fársico. Charlie Chaplin fue uno de los primeros cineastas en darse cuenta de esto. Algunos rasgos de la personalidad de un dictador están al límite de la locura —de la verdadera locura— y eso es aterrador y divertido al mismo tiempo. Ahí está Duterte: durante los últimos tres años y medio ha acribillado filipinos con su Guerra contra las Drogas y, al mismo tiempo, continúa apareciendo en la tele diciendo una serie de cosas absurdas, banales y sexistas que suenan como pésimos chistes. Finalmente, los que quedamos como tontos somos nosotros.

¿Por qué le diste el papel de Nirvano Navarra a Joel Lamangan? Verdaderamente hizo una interpretación poderosa y contundente.

Fue por accidente. En principio, el presidente Navarra iba a ser interpretado por Charo Santos: el personaje se iba a llamar Nirvana Navarra. Cuando decidí hacer la película, quería que fuera presidenta Navarra, entonces me tomé un café con Charo y le conté del proyecto. Le dije: «¡Vas a interpretar a una dictadora muy muy mala!». A lo que respondió: «¡Me encanta! ¡Haz que sea muy mala!». Luego hablamos sobre Duterte y la situación actual del país. Pensé: «¡Estupendo, sí lo va a hacer!». Retrabajé el tratamiento titulado 2019 y se lo envié para que comenzara a crear a su personaje. El día que recibió el material, se quedó callada. Piolo Pascual me comentó: «No lo hará, Lav, la conozco». Yo pensé que había que aguantar y ver qué pasaba. Así que Hazel [Orencio] y yo fuimos a buscar locaciones en Lipá y casualmente nos encontramos a Joel Lamangan, quien estaba en el rodaje de una telenovela. Me invitó un café y me preguntó: «¿Cuándo vamos a trabajar otra vez, Lav? Hace mucho tiempo que no lo hacemos». Entonces le dije: «Voy a escribirte un personaje para mi próxima película, lo prometo». Después de ese encuentro con Joel en Lipá, Hazel y yo regresamos a Manila, y al día siguiente nos llamó el asistente de Charo: «La señora Charo Santos renuncia al proyecto. No lo hará». Le pregunté por qué y dijo: «No vamos a arriesgar el futuro de once mil trabajadores solo por su película». Lo que pasa es que Charo sigue siendo una de las jefas de ABS-CBN, una cadena informativa que actualmente está bajo el asedio de Duterte: Charo y los otros ejecutivos tienen miedo de que no le renueven el contrato a una de las franquicias de ABS-CBN en marzo de 2020. A pesar de la mala noticia, de inmediato le pedía a Hazel que llamara a Joel Lamangan y le ofreciera el papel del presidente Navarra. Joel estaba muy contento [ríe]. Joel es un gran activista. Solía formar parte del grupo de Lino Brocka, entonces es un luchador que no le tiene miedo a nada. Le corre por la venas. Y odia muchísimo a Duterte.

¿Crees que la sátira puede alcanzar a un público filipino amplio? ¿Crees que puede ser una herramienta útil para advertirle al pueblo filipino acerca de Duterte?

No lo sé. Hasta ahora, en todas las proyecciones públicas que he hemos realizado en Europa ha habido filipinos en el público que no se quedaron hasta el final de la película. Hasta ahora, solo un chico filipino se ha quedado a la sesión de preguntas y respuestas después de la función. Nos dijo que los otros filipinos se habían ido porque eran partidarios de Duterte: vieron una o dos escenas de Joel, les quedó claro y se fueron. Cuando pasamos la película en Viena, en 2019, invitamos a los trabajadores de limpieza, meseros y albañiles filipinos que trabajaban en nuestro hotel. Algunos de ellos fueron a la función, pero, después de un rato, se fueron: eran seguidores de Duterte.

¿Cómo va la exhibición de The Halt en Filipinas?

Uno de nuestros mayores problemas es hacer que la exhibición en Manila tenga un amplio alcance. En primer lugar, en Filipinas es obligatorio para un cineasta enviar su película a dos comisiones distintas para asegurar algo que se llama «permiso de exhibición». La primera es una comisión técnica que verifica si la película cumple ciertos estándares técnicos y artísticos. La segunda es, propiamente, una comisión de censura. A las dos comisiones hay que pagarles un impuesto cuya cantidad es bastante onerosa: un total de veinte mil pesos filipinos. En segundo lugar, en Filipinas hay una regla según la cual algunos cines comerciales pueden retirar de inmediato cualquier película de más de dos horas que no consiga ganar más de veinte mil pesos filipinos en su primera exhibición. Claramente, este sistema está diseñado para dificultar que los cineastas que buscan una visión propia, fuera de los intereses de la industria, alcancen a una audiencia amplia.

¿Crees que también las distribuidoras y los exhibidores en Filipinas tengan miedo de proyectar The Halt por su tema político?

Algunos sí: ya sea porque les da miedo mostrar una película antiDuterte o porque están en desacuerdo con mi postura política. Sin embargo, el mayor problema es que, para la mayoría de las distribuidoras y los exhibidores, si se trata de una película de Lav Díaz, no van a ganar dinero en la taquilla. Por el blanco y negro, por los planos largos…

Hay un momento maravilloso en The Halt: los revolucionarios comunistas están conviviendo, tomando vino y platicando, y de pronto vuelven a descubrir el placer de la risa. Dicen algo así como «Hace mucho que no nos reíamos. ¡Qué bien se siente reír a pesar de toda la oscuridad!». ¿Crees en el poder terapéutico de la comedia?

Por supuesto que creo en él. La secuencia que acabas de describir trata de eso precisamente. No obstante, a mis amigos marxistas no les gustó esa escena con los revolucionarios comunistas riéndose. Recibí muchas críticas por eso. Ya sabes, para mis amigos marxistas, un revolucionario no se debe reír. Pasó lo mismo con el final de The Halt: no les gustaba que el protagonista, el comunista rebelde Hook Torollo [Piolo Pascual] renunciara a buscar el asesinato del dictador y se dedicara a cuidar a los niños de la calle. Me dijeron: «¿Por qué hiciste eso? ¡No es para nada marxista!». Y les contesté: «Esta película no está escrita desde la perspectiva marxista; no tiene por qué cumplir con sus criterios ideológicos ortodoxos. La película está escrita desde la perspectiva de un ser humano luchando por sus congéneres». The Halt es la historia de un ser humano que intenta luchar contra un sistema opresivo y corrupto. La decisión que toma Hook, convertirse en un trabajador social en lugar de ser un sicario, es una decisión humana que proviene de un largo viaje hacia la noche, hasta el infierno y de regreso. Su decisión debe ser respetada. Es un asunto humanitario: Hook quiere salvar a los niños de la calle por el futuro del país. Hook ha convivido con la pobreza urbana durante todas sus misiones clandestinas. Ha visto mucho. Ha pensado mucho acerca de lo que vio en las periferias: ignorancia, pobreza, enfermedades, violencia. Hook ya entendió que los niños de la calle —nuestro futuro— son lo más frágil y están olvidados por ambos, el gobierno y los revolucionarios. Así, él ha decidido protegerlos, alimentarlos y educarlos lo mejor que puede. Hook no los va a olvidar: esta es su revolución.

Políticamente hablando, Rodrigo Duterte se inspira en Ferdinand Marcos, pero hay diferencias evidentes entre ambos. Incluso con los escándalos sexuales como el de Dovie Beams es difícil mofarse de Marcos: tenía una buena educación, era un hombre listo e inteligente que declamaba discursos muy bien escritos, de forma calmada, ecuánime y amable. Por otro lado, Duterte siempre se excede, siempre improvisa e inventa los comentarios más escandalosos y fuera de lugar. Los dos, Marcos y Duterte, son dictadores ambiciosos, despiadados, corruptos y asesinos en serie, pero Marcos es el académico y Duterte el payaso.

Yo no subestimaría a Duterte. También es abogado, como Marcos. Y, como él, sabe manipular a los filipinos y alterar el statu quo. Duterte ha difundido esta mentira sobre sí mismo, que es un hombre pobre que logró llegar a lo más alto. Es una total mentira: el padre de Duterte era un hombre muy rico y poderoso; fue gobernador de la provincia de Davao. Gracias al dinero y al poder de su padre, Duterte se convirtió en abogado, luego en juez y, finalmente, en político. Y ahora es el presidente de Filipinas.

¿Consideras que Duterte se hace el tonto como parte de cierta estrategia de comunicación?

Creo que tiene un problema mental. Que tiene esquizofrenia. Hay una parte suya que es muy inteligente; hay otra que es muy estúpida. Y hay una parte de él que es pura locura. Creo que Duterte es un personaje muy complejo y con The Halt he intentado aproximarme a esa complejidad: Nirvano Navarra lee a Rainer Maria Rilke y, al mismo tiempo, sale en la tele diciendo las cosas más frívolas; Nirvano Navarra mata a sangre fría y, al mismo tiempo, puede ser muy tierno y amable y cariñoso.

Nirvano Navarra cita versos de las Elegías de Duino, ¡una de tus obras poéticas favoritas!

Quería que hubiera esta clase de paradoja: lee uno de los poemas más bellos que se hayan escrito y ¡mira el horror que crea! ¡No entiende el punto de los poemas, vaya! O quizás lo entiende y solo tuerce el sentido de estos maravillosos versos para sus propios fines.

Podría equivocarme, pero encontré un lado de diva en el personaje de Nirvano Navarra, como una suerte de máscara de drama queen… Pensé que quizás provenía de Imelda, la esposa de Ferdinand Marcos.

Sí, por supuesto, Navarra e Imelda Marcos comparten ese tipo de sentimentalismo desbordado, esa forma melodramática de interpelar a las masas. Ambos intentan obtener el apoyo de las masas haciéndose las víctimas: «¡Yo soy la víctima en esto! ¡Yo soy quien intenta ayudarles y miren lo que me hacen!». Ambos dicen que hay una persecución en su contra porque son muy buenos. Es la misma estrategia de Donald Trump con el proceso de destitución: «¡Soy una víctima de venganza personal! ¡Estoy haciendo a Estados Unidos grande de nuevo y miren lo que mis adversarios me hacen!». Y funciona: Trump ha tenido un aumento en su popularidad y en el consenso público, ¿no es así?

Además del ejército, Nirvano Navarra tiene algunos intelectuales de su lado, quienes le escriben los discursos, los repasan con él y responden a las críticas internacionales en conferencias de prensa. No todos los miembros de la intelligentsia están del lado de la libertad.

Los dictadores siempre tienen de su lado a los llamados think tanks de intelectuales. Principalmente para escribirles los discursos y para las relaciones públicas. Durante los años de Marcos, los intelectuales y los artistas estaban muy divididos. Con Duterte es lo mismo, tristemente: muchos intelectuales y artistas lo están apoyando.

¿Piensas que los artistas están con Duterte por oportunismo o que verdaderamente le creen?

Mis amigos y yo siempre discutimos largo y tendido al respecto. Algunos tipos son muy inteligentes y no entiendo cómo no pueden sopesar la gravedad de la situación en la que nos encontramos. Todos los días hay asesinatos en el país. ¿Cómo no pueden darse cuenta de que Duterte es un chiflado? Ahora ya son casi cuatro años de mandato. Y no son solo estos cuantos años en la presidencia: Duterte fue alcalde de Davao ¡durante treinta años! ¿Y aun así votas por él? ¿Aún le crees? Eres un intelectual, eres un artista, enseñas en la universidad, escribes editoriales en un periódico ¿y lo defiendes? ¿Lo apoyas? ¿Qué es esto? Para mí ese es el gran misterio. Tengo muchos amigos que apoyan a Duterte: intelectuales, directores, productores, pintores, profesores… Siempre racionalizan que nosotros —los malayos, los filipinos— necesitamos un hombre fuerte que nos lidere. Es una suerte de creencia o de malestar. Así que quiero estudiar eso. El personaje de Nirvano Navarra en The Halt es una primera aproximación al tema: ¿por qué necesitamos un hombre fuerte? O, mejor dicho, ¿verdaderamente estamos convencidos de que necesitamos un hombre fuerte en lugar de un buen ser humano? Hay una enorme diferencia entre un hombre fuerte y un buen ser humano, ¿cierto?

En Jesus the Revolutionary, el poeta Hesus [Mark Anthony Fernandez] es un francotirador rompemadres que jamás falla en una misión. En contraste, Hook, el protagonista de The Halt, es un músico devenido guerrillero que es mucho menos eficiente y mucho más débil.

Sí, Hook dice que tiene anosognosia, que le falla la vista. Quería crear esta suerte de conflicto dentro de él. Quizás Hook no tiene anosognosia. Quizás la anosognosia es solo un producto de su mente —resultado de su miedo al fracaso, a evaporarse en el olvido, a convertirse en un ser insignificante—.

La anosognosia es el daño cerebral que provoca una falta de autoconciencia. Antes de The Halt, has usado recurrentemente la parálisis y el sonambulismo en tus películas para retratar a los filipinos como personas desorientadas. Con la anosognosia, sin embargo, los filipinos ya no son solamente desorientados: se han convertido en personas ciegas que viven en la negación.

Sí, la cosa se ha puesto cada vez peor para nosotros: nuestra pasividad, nuestra apatía, nuestro letargo, nuestra ceguera, nuestra forma de darle la espalda a la verdad, ahora son sistemáticas y culturales. Es por eso que no podemos deshacernos de los Marcos y, en consecuencia, llegan los Dutertes. Las repercusiones de lo que pasa ahora en el país —las consecuencias del régimen de Duterte, las consecuencias de haberle permitido este modo de gobernar— se sentirán durante demasiados años por venir. Va a tomar mucho, pero mucho tiempo que nos recuperemos y nos reconstruyamos. Desde mi punto de vista, se necesitará una larga larga lucha para curar este padecimiento que tenemos, y no está del todo garantizado que sobrevivamos.

A los filipinos les aguarda una larga batalla por la libertad, así que será mejor que empiezan a luchar cuanto antes.

¡Exacto! The Halt nació por esta urgencia. Como dije, en junio de 2018 Larry Manda leyó el tratamiento que escribí en 2000, llamado 2019, y me dijo que sentía que este material era muy urgente. Estuve de acuerdo con él. En The Halt incluí una escena en la que el músico Django [Ely Buendia] le dice a Hook, su antiguo compañero de banda: «¡Se nos acaba el tiempo, hermano! ¡Deberíamos hacer una tocada de un día y lanzar un álbum para mostrarle el dedo de en medio al régimen!». Eso es lo que pienso: ya perdimos mucho tiempo, ¡necesitamos actuar! Es muy difícil, no obstante, porque pocas personas tienen la voluntad de apoyar, y porque aquellos que queremos hacer algo… bueno, no sabemos por dónde empezar. Hemos estado paralizados durante tanto tiempo que se vuelve complicado ponerse en movimiento otra vez. Y, por supuesto, existe un miedo entre los artistas, los intelectuales y los activistas antiDuterte en el país —ese miedo de que alguien la va a agarrar contra ti y te va a exterminar—. Porque sabemos que este tipo puede hacerlo. Una de las primeras acciones de Duterte como presidente fue imputarle un crimen a la senadora Leila de Lima, una gran activista por los derechos humanos y una fuerte opositora de la Guerra contra las Drogas. Ahora está en la cárcel.

Las dictaduras crean concubinatos muy raros. En The Halt, el sacerdote católico Romero [Noel Miralles] dice: «Esta es una época en la que las bandas de heavy metal deben mantenerse haciendo ruido para arrojar las congojas a la basura». ¿Un sacerdote católico amante del metal? ¿En serio?

¡El sacerdote Romero rockea, hermano! [Ríe] Y, a fin de cuentas, la película acontece en 2034: para entonces, quizás algo por estilo puede pasar.

Antes de unirse al movimiento guerrillero comunista, Hook, el héroe falible, era parte de la maquinaria del poder. Era un soldado entrenado por el gobierno; uno de los mejores de su clase. Este arco de personaje, al lado del arco de Lorenzo Inakay [Bart Guingona], el ministro de defensa renunciante, parece señalar hacia la idea de que el fascismo genera sus propios anticuerpos.

Ya vimos eso en el régimen de Marcos. Muchos soldados, quienes comenzaron su entrenamiento hacia finales de los sesenta, para finales de los setenta ya repudiaban la locura, las mentiras, la corrupción y los horrores del régimen de Marcos. Algunos de ellos conformaron el Movimiento de Reforma de las Fuerzas Armadas y ayudaron a deponer a Marcos. Siempre sucederá de la misma manera: tarde o temprano, el fascismo se autodestruye. Esa es la revelación final que atraviesa a Hook en The Halt: «todos estos déspotas, todos estos dictadores, todos estos hijos de la chingada van a morir de todos modos; por eso, prefiero trabajar con las infancias y ayudar a cultivar una generación de buenos seres humanos para nuestro futuro».

La ceguera de Hook y su estancia en el ejército de Navarra, antes de tener esta suerte de conversión y de volverse un luchador antidictatorial, me hizo recordar la figura de San Pablo, quien solía ser un persecutor de cristianos hasta que la ceguera lo convirtió en creyente. Pero, la figura principal que se asocia con Hook es, por supuesto, Jesucristo. Como Hesus en Jesus the Revolutionary, Hook es gravemente herido y casi se muere, pero se recupera y tiene una resurrección metafórica.

La figura tipo Cristo es el papel soñado de cualquier actor en un país católico [ríe]. Hook es la clase de sujeto que sufre e intenta emancipar a las personas; sí, esa clase de rol es Jesucristo. A Piolo le gustó el personaje desde el inicio. Después de leer el tratamiento, me dijo: «Ok, hagámoslo, cuenta conmigo». En la hoja de papel, circuló el nombre del personaje. Me dijo: «Yo soy Hook».

The Halt claramente establece la idea de que el fascismo se autodestruye y se reconstruye al mismo tiempo.

El fascismo es como una migraña terrible. Si no la atiendes, va a regresar para atormentarte una y otra vez. Como siempre digo, es un círculo vicioso que tenemos que romper.

Tras la caída del fascismo, uno tiene que trabajar con la memoria de las personas que experimentaron el régimen, para que no regrese. El problemas es que, como demuestra The Halt, «el olvido es la forma más sencilla de salir de los problemas» y «los filipinos no quieren recordar». Entonces, el dictador Ferdinand Marcos termina sepultado en Libingan ng mga Bayani, el cementerio para los héroes nacionales de Filipinas, y el ciclo comienza otra vez con los Dutertes, los Navarras…

Eso lo dice el personaje de la doctora Jean Hadoro [Pinky Amador] en The Halt. Ella es la «sanadora de la memoria fracturada». Está ayudando a sus paisanos filipinos a que caven para extraer sus malos recuerdos y los enfrenten. Para mí, cada uno de nosotros debería ser como Jean Hadoro. Cada uno debería comprometerse a seguir hablando del pasado para que podamos rememorar. Todos deberíamos transformarnos en médicos de la memoria. Necesitamos este tipo de perspectiva psiquiátrica: escavar en el pasado y estudiarlo para comprendernos. Hay un discurso parecido en mi película Batang West Side, cuando la psiquiatra, la intérprete de sueños [Arianne Recto] dice: «Estamos poseídos por nuestros sueños y nuestros recuerdos; debemos confrontarlos para que haya una limpieza interior».

En Batang West Side, la psiquiatra nombra el proceso de confrontar nuestros sueños y nuestros recuerdos como «introspección activa» y lo compara con un exorcismo. ¿Tú eres un exorcista?

Los artistas son exorcistas; yo intento ser uno. Intento exorcizarme y exorcizar a mi gente. Si queremos purificarnos, si queremos depurar nuestros malos recuerdos, nuestros traumas del pasado, primero necesitamos rememorar. Hago películas para rememorar.

En tu película Melancholia [2008], los protagonistas son un grupo de burgueses intelectuales progresistas asediados por un pasado profundamente traumático. Uno de ellos, el artista carismático Julian Tomas [Perry Dizon] propone una terapia que consiste en olvidarse de uno mismo y vivir otra vida a través de un juego de roles, a través de la actuación —terapia que no prospera y fracasa rotundamente—. Melancholia lo sugiere y The Halt lo deja muy en claro: «¡el país necesita gente verdadera!».

En The Halt, los rebeldes comunistas discuten acerca de la brecha entre el nivel macro de la ideología, que proclaman los intelectuales «en habitaciones con aire acondicionado», y el nivel micro, el del cotidiano de las masas que viven «en el lodo». Hook decide abandonar el conflicto armado para aferrarse a una causa social. Renuncia al camino ideológico por el camino humanista. Hay una diferencia radical entre luchar desde una perspectiva ideológica y hacerlo desde una humanista. La lucha humanista es el presente, la lucha cotidiana, lo real: si dejas de alimentar a los niños, se mueren; si cuidas a los niños, si los procuras, si los educas, van a vivir y van a crecer para convertirse en buenos seres humanos —buenos seres humanos que no votarían por alguien como Nirvano Navarra, buenos seres humanos que pelearían por la libertad y se opondrían a la dictadura por cualquier vía necesaria—. Como te decía, recibí muchas críticas por parte de mis amigos marxistas por The Halt, pero me mantuve firme con mi idea. A menudo, mi grupo en Manila y yo discutimos el asunto: no podemos ser dogmáticos, no podemos tomar el canon de la literatura marxista e imponérselo a la gente filipina, así como así. Debemos repensar el marxismo y adaptarlo a las demandas de nuestro país. No podemos dar el salto a los conceptos abstractos y olvidarnos de la gente real, de las masas.

No puede haber una revolución de un solo hombre. La revolución requiere de las masas. Las masas hacen la revolución, como lo demostró la Revolución de la EDSA [Avenida Epifanio de los Santos], que en 1986 terminó con el régimen de Marcos. La ironía trágica de The Halt es que las masas están aletargadas. Incluso cuando asesinan al dictador, no son conscientes de lo que están haciendo, pues no es una acción política, es asesinato.

Sí, luego de que los rebuscados planes de asesinato de los comunistas fracasan, algunos pobres linchan al dictador Navarra, simplemente porque lo confunden con un pedófilo rarito que amenaza a sus hijos [ríe]. Todo sucede por azar: la muchedumbre del linchamiento no tiene ni idea de que ese sujeto es Navarra; no tienen ni idea de que acaban de matar a un fascista malhora. Me gustaba mucho esa idea, es un giro fársico que introduje cuando estábamos a punto de comenzar el rodaje. Este giro me permitió también introducir la ironía trágica más grande de todas: el presidente Navarra muere, pero otra dictadora lo reemplaza de inmediato, la Coronel Martha Officio [Hazel Orencio]. Al final, la muerte de Navarra, que Hook y sus camaradas ansiaban tanto, no resuelve nada. Sencillamente, otra déspota reemplazará al dictador difunto porque no fuimos capaces de derrocar al sistema. La Coronel Martha Officio se declara a sí misma líder de facto y eso es todo. Es como Fabian [Sid Lucero] al final de Norte, el fin de la historia [Norte, the End of History, 2013].

Cuando el ejército hiere a Hook en una emboscada, los niños de la calle lo salvan no solo en términos médicos (los niños lo esconden y lo llevan al doctor), pero también espirituales.

Hook ve la realidad por primera vez gracias a los niños de la calle. A pesar de que es un revolucionario y su ideología consiste en buscar la libertad, antes de encontrarse con los niños es un descarriado por causa de su deseo de asesinar a los malos, el cual lo ciega de todas las cosas que acontecen a su alrededor. Ya mencionamos a Jesucristo, pero la historia de Hook también es la historia de Buda. Cuando el joven Buda, lleno de riquezas, salió de su palacio y se enfrentó con el mundo real por primera vez, se dio cuenta: «vaya, hay algo llamado enfermedad, hay algo llamado corrupción, hay algo llamado sufrimiento».

Observo un paralelismo entre el personaje de Alberta Muñoz [Angeli Bayani] en Melancholia y el personaje de Hook. Al cuidar niños que viven en una situación compleja, ambos encuentran una nueva razón para vivir y sobreponerse a la zozobra causada por la muerte de sus seres queridos. La esperanza es un niño.

Sí que lo es, sí que lo es. Los niños le dan a Alberta y a Hook un nuevo propósito, un nuevo comienzo y una nueva esperanza. Como dicen los Jerks en la canción Nagbabagang lupa («tierra en llamas»): «Un niño es una esperanza que aguarda el amanecer…». Aparece en el soundtrack de mi película Jesus the Revolutionary. Los niños son los seres más puros. Son muy puros, pero, al mismo tiempo, muy vulnerables e ingenuos. Si los crías inadecuadamente, se convertirán en el siguiente Nirvano Navarra.

El título original de The Halt es Ang Hupa. ¿Qué significa hupa?

Hupa es una palabra malaya con muchos significados. Significa reflujo, marea baja, detenerse, calmarse, concientizarse… Es una palabra que me fascina. Es polisémica, repleta de posibles variaciones. Hoy, la palabra hupa no se usa. Es decir, solo la usan los hablantes con un registro elevado del tagalo, no la gente común y corriente. Quiero que vuelva a usarse ampliamente, porque dice mucho acerca de nuestra cultura.

Al final de The Halt, los pobres se construyen una casa con un espectacular del dictador Nirvano Navarra…

A pesar de ser sombría, The Halt es una película esperanzadora. Nunca ves el sol salir o brillar, pero en cierto sentido es una película esperanzadora; especialmente esa secuencia del final. Es una secuencia que nos dice que la humanidad pervive. Al final, cuando retiran la lona con el inmenso espectacular de Navarra, un joven le encuentra una nueva utilidad. Piensa: «¡Oh, mi amigo en el barrio podría usar la lona para ponerle un techo a su choza!». Entonces el muchacho camina y camina y camina varios kilómetros a través de este mundo oscuro y peligroso, solamente para llevarle a su amigo este material pesado, para que pueda tener una vida mejor. ¡Es un gesto lleno de generosidad! Pensé que era una buena manera de terminar la película.

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NOTAS Y REFERENCIAS:

[1] N. del T.: La entrevista se intitula a partir de uno de los versos poema de Dylan Thomas, Do not go gentle into that good night. Para esta traducción, decidí utilizar, a su vez, la traducción de Elizabeth Azcona Cranwell No entres dócilmente en esa noche quieta que se puede consultar aquí.