Dossier: Cuerpos en tránsito


No. 01 // Primavera 2017

La actualidad es una época de repliegue hacia los cuerpos. La pérdida de grandes narrativas en torno a la colectividad y las utopías, nos ha desprovisto de referentes más allá del cuerpo. Reducir la corporalidad a las fronteras de la piel, sería vaciarlo de toda su potencialidad. Un cuerpo es, además: sonidos, movimientos, afectos y pensamiento. Un cuerpo deja rastros, se fatiga, actúa, es atravesado, toca y es tocado. En ese sentido, podríamos entender al cine como una dimensión más de los cuerpos; una zona en contienda por su significado, representación y experiencia, donde podemos preguntar: ¿Qué es el cuerpo?, ¿se reduce a la carne, la sangre y los huesos?, ¿hay algo que excede la corporalidad?, ¿el cine representa a los cuerpos o los habita?, ¿es el cine un cuerpo?, ¿puede producirlo o desvanecerlo?, ¿cambia la materia del cuerpo cuando se presenta en la pantalla?, ¿qué ata al cuerpo del actor con su personaje?

El cine, desde sus inicios, ha tenido al cuerpo como escala, y sobre esto se ha desarrollado el lenguaje cinematográfico con sus encuadres y movimientos; con la distancia frente al otro, e inclusive, haciendo de la cámara y la grabadora de sonido una extensión de la mirada y la escucha. El cine puede aportar a través de su forma, elementos para pensar el cuerpo en el contexto de la subjetividad individualizada, y tal vez, empezar a unirnos de otro modo.

Para este dossier, Correspondencias. Cine y pensamiento, propone una reflexión sobre las distintas corporalidades fílmicas, tanto las que emergen de la pantalla, como las que actúan a través del cuerpo espectador. Igualmente, sobre todos los aspectos que permiten poner en juego los contextos del cuerpo, tanto políticos como sociales; además de las potencias e intensidades, los deseos, la violencia y la disputa por los significados y sentidos de las proyecciones corporales.