¡SNAP! Afirmaciones sonoras de Marlon Riggs
Por Roberto Carlos Ortíz
¡SNAP! Afirmaciones sonoras de Marlon Riggs
Por Roberto Carlos Ortíz
Estos días las noches son de sangre fría
y el silencio hace eco de complicidad.
Joseph Beam[1]
El título del segundo mayor éxito de Madre Piaf
está grabado dentro de mi cerebro
y repetido en silencio como un mantra:
«Non, je ne regrette rien».
David Warren Frechette[2]
Lo que más recuerdo del documental son sus voces y sonidos: el hipnótico coro masculino haciendo el llamado de «brother to brother» (hermano a hermano) como mantra colectivo; los latidos del corazón que varían en intensidad; los chasquidos de dedos de hombres gay negros: afirmativos, desafiantes, juguetones; las agresiones verbales que atormentan al director Marlon Riggs; los clásicos de divas negras en la banda sonora: Roberta Flack, Sylvester, Billie Holliday, Nina Simone; la seductora voz poética de Essex Hemphill.
Concebido como una afirmación de la vida gay negra, el documental experimental Tongues Untied (Lenguas desatadas, 1989) es el tercer y más conocido de los ocho títulos que componen la filmografía de Marlon Riggs (1957- 1994), documentalista independiente fallecido a los 37 años por complicaciones del SIDA. Después de darse a conocer con el documental televisado Ethnic Notions (Nociones étnicas, 1987), sobre la historia de las caricaturas y los estereotipos raciales en la cultura popular estadounidense, Riggs tuvo la idea de documentar la obra de los poetas negros gay en un cortometraje. Tras ser diagnosticado seropositivo al VIH, Riggs reestructuró el proyecto. Decidió que por primera vez se pondría frente a la cámara y «su vida sería la bisagra temática entre los poemas».[3]
La decisión de mostrar y documentar su cuerpo de hombre gay negro, re-politizado tras el diagnóstico de una enfermedad estigmatizada, entonces considerada sentencia de muerte, lleva a pensar que en el documental primará lo visual: las imágenes del cuerpo de un hombre negro de piel muy oscura, de baja estatura, fornido. No obstante, los sonidos son tan o más importantes y funcionan como armas que afirman, recuerdan, subvierten. El título Tongues Untied ya indica la importancia de la lengua, literal y metafóricamente. La oralidad es tradición cultural negra y la lengua un instrumento para poemas y recuerdos, canciones melancólicas y alegres, insultos y ataques, denuncias y llamados, besos y sexo.
Se puede argumentar que el visual más memorable de Tongues Untied es la foto del afiche: el poeta Essex Hemphill abraza a Marlon Riggs, ambos descamisados, mirando a la cámara, ilustrando el eslogan: «Hombres negros que aman a hombres negros». El documental privilegia una masculinidad negra cisgénero con cuerpos como los suyos: adultos jóvenes, fornidos y viriles, en su mayoría delgados. La excepción es una secuencia melancólica que inicia con Billie Holliday cantando Lover Man (Oh, Where Can You Be?) mientras la cámara permanece fija en el rostro feminizado de un hombre fumando (descrito en entrevistas y reseñas como travesti). La música cambia a Nina Simone cantando Black is the Color of My True Love’s Hair mientras la cámara sigue a una drag queen de mediana edad andando por la calle. La voz profunda de la diva se mezcla con la voz suave que recita Homocide (Homocidio), poema de Essex Hemphill dedicado a una prostituta callejera llamada Star, asesinada en 1982. La unión del tono «masculino» de la diva y el tono «femenino» del declamador desafía las distinciones sonoras tradicionales entre masculino y femenino. Las suaves modulaciones de voz al recitar sirven como expresión de empatía e identificación, en contrapunto con la agresividad que sufre la drag queen en el poema.
Llamados
Desde el comienzo Tongues Untied establece el rol central de lo auditivo, de lo que oímos (o no queremos oír), yuxtapuesto con lo que vemos. El documental inicia con la reiteración de «brother to brother», llamado a la acción tomado de un ensayo poético del activista Joseph Beam. La pantalla funde del negro a un primer plano en blanco y negro de la parte posterior de la cabeza de un hombre negro con audífonos puestos, seguido de imágenes de una comunidad de hombres negros de cualquier orientación sexual. Irrumpe brevemente un primer plano a colores de una boca, mientras sigue el llamado colectivo «brother to brother». Tras concluir el llamado, la pantalla se funde del blanco al color y muestra a cuatro hombres gay saludándose. Sus voces recitan en off el texto de Joseph Beam, una exhortación a que los gays negros politicen su discurso más allá del ambiente gay y expresen su enojo ante el discrimen y la violencia racial que experimentan por ser hombres negros. Las voces se unen en recitación sobre imágenes de archivo —nuevamente en blanco y negro— e intertítulos de un «incidente racial» de agresión policiaca ocurrido en Howard Beach, Nueva York, en diciembre de 1986.
El coro de voces concluye, la imagen funde a negro e inicia el siguiente sonido importante: el latido de un corazón que da inicio a la secuencia de créditos que introduce el cuerpo de Marlon Riggs, desnudo, bailando a solas, adoptando poses en que cubre su rostro con los brazos. El latir sigue mientras las voces de Marlon Riggs y Essex Hemphill declaman a dúo:
«El silencio es mi escudo (Destruye).
El silencio es mi manto (Sofoca).
El silencio es mi espada (Corta).
El silencio es el arma más mortífera.
Acabemos este silencio, baby.
Juntos. Ahora».
Los reclamos a la acción se vuelven llamada erótica durante una escena de tintes cómicos. Un hombre semidesnudo contacta a una línea telefónica y pone un anuncio personal solicitando a un activista gay negro como él. La cámara recorre sensualmente su cuerpo sin mostrarlo por completo y su boca es privilegiada visualmente con un primer plano. Al recorrer su cuerpo la cámara también muestra brevemente su material de activismo gay, incluyendo la famosa consigna adoptada por ACT-UP: «Silencio = Muerte».
Chasquidos
El encuadre de Tongues Untied es la recitación del llamado «brother to brother», de Joseph Beam. Los cuatro monólogos de Marlon Riggs son su hilo conductor y trazan el avance de la concientización individual (confrontando pasados, rompiendo silencios) a la integración en la comunidad de hombres negros. Se puede decir que el corazón del documental son las recitaciones poéticas, en particular las de Essex Hemphill. El acto de chasquear los dedos, el «¡snap!», es la metáfora central de afirmación gay negra y subversión politizada.
En un texto escrito Marlon Riggs se autodefine como «una negra gay reina-machorra significante comprometida a las bellas y a veces marciales “artes” de la lectura malvada y el chasquido subversivo».[4] Un simple movimiento de dedos se politiza al emitir una sonoridad afirmativa, desafiante, juguetona, variada: «dentro de la comunidad gay negra, el «¡snap!» tiene múltiples significados en clave, como en «¡SNAP!», «¡te entendí!»; o «¡SNAP!», «¡ni te atrevas!»; o «¡SNAP!», «¡qué feroz (fierce)!»; o «¡SNAP!», «¡sal de mi vista!»; o «¡SNAP!», «amiga, por favoooor».[5] El chasquido de dedos —el «¡snap!»— como gesto subversivo es un significante central en la obra de Riggs. Explica el director que en Tongues Untied: «el marchar, las protestas por derechos civiles entrelazadas con las marchas de hombres gay negros en las marchas de derechos gay, la canción de amor doo-wop gay negro. Todas estas cosas hacen un tipo de “snap”, como el ritmo y la rima del rap».[6]
La importancia sociopolítica del gesto del chasquido, de emitir sonidos y romper silencios, además de seguir tradiciones culturales gay y afro-americanas, responde también a varios contextos que se entrecruzan en la producción y recepción del documental.
Contextos
En 1987, seis activistas neoyorkinos introducen la frase y el logo «Silencio = Muerte» como manifiestos de activismo, orgullo y liberación gay en medio de la pandemia del SIDA. La consigna les da mayor significación política a los sonidos, las voces y la música usados en la producción cultural lésbico-gay de la época.[7]
En diciembre de 1988, Marlon Riggs visita a su familia en Alemania y es diagnosticado seropositivo al VIH mientras recibe tratamiento por deficiencia renal. Tenía 31 años. Ese mes, Joseph Beam, el editor de la pionera antología de poesía gay negra In the Life: A Black Gay Anthology (En la vida: Una antología gay negra, 1986), fallece a consecuencia del SIDA. Tenía 32 años.
En 1989 Marlon Riggs filma y edita Tongues Untied, que estrena en el circuito de festivales. En febrero de 1990, el documental forma parte de la sección Panorama del Festival de Berlín y gana un Premio Teddy. En marzo se exhibe en el Teatro Castro de San Francisco.
A inicios de 1990 tres eventos paradójicamente ponen «de moda» a la cultura gay negra en los discursos culturales dominantes, pese a su estigmatización dentro de la cultura gay blanca y las comunidades afro-americanas. En marzo de 1990 Madonna lanza el sencillo Vogue, canción pop con influencias del disco, house y rap, un éxito global que se apropia de la tradición gay latina y negra del «voguing». En abril de 1990 estrena en la televisión estadounidense la primera entrega de «Men On…» («Hombres sobre…») dentro del programa de sketches cómicos In Living Color. Los comediantes negros heterosexuales Damon Wayans y David Alan Grier interpretan a críticos afeminados que comentan sobre cultura pop, apropiándose y popularizando del gesto gay negro de chasquear los dedos, el «¡snap!».
En abril de 1990 un jurado exonera al Contemporary Arts Center de Cincinnati de cargos de obscenidad por la exhibición de The Perfect Moment (El momento perfecto), retrospectiva de la obra fotográfica de Robert Mapplethorpe, fallecido a consecuencia del SIDA en 1989. Tenía 42 años. La retrospectiva incluye fotos homoeróticas de hombre negros desnudos y su financiación con fondos públicos contribuye a que escalen «las guerras culturales» entre las instituciones culturales gubernamentales y los políticos conservadores en EEUU.
En el verano de 1991 Tongues Untied se ve envuelta en las «guerras culturales» como parte de la programación de P.O.V. (Punto de vista), serie de la televisión pública estadounidense que exhibe la obra de productores independientes.[8] En otoño de 1991, la Coalición Cristiana envía 7 minutos de sus escenas a miembros de la Cámara de Representantes para justificar la restricción del contenido en las obras de arte que reciben fondos públicos y en 1992 el líder conservador Jesse Helms denuncia el documental públicamente en el Senado.
En marzo de 1992, Marlon Riggs publica un texto en The New York Times en respuesta a la apropiación ilegal de imágenes de Tongues Untied (curiosamente de hombres blancos en las calles de Castro, el famoso barrio gay en San Francisco) en anuncios políticos a favor de Pat Buchanan, aspirante presidencial conservador.[9] También responde a las controversias con Anthem (Himno, 1991), especie de video musical en que Riggs baila a ritmo de house con diferentes vestuarios, incluyendo una camisa con el logo «Slencio = Muerte».
Himnos
En Anthem, Riggs juega con la noción del himno patriótico y ofrece posibilidades alternas: los ritmos de la música house y la unión del tema America, del cantautor gay Blackberri, y el poema American Wedding (Boda Americana), escrito y recitado por Essex Hemphill, que empieza con: «en América, yo pongo mi anillo sobre tu verga, donde pertenece».[10] Anthem, Affirmations (Afirmaciones, 1990) y Non, Je Ne Regrette Rien (No Regrets) (No Me arrepiento de nada, 1992) están ligados a Tongues Untied temática (el llamado a romper el silencio y unirse a la comunidad negra durante la pandemia del SIDA) y estilísticamente (el uso de técnicas experimentales que rompen la norma documental).[11] En Affirmations y Non, Je Ne Regrette Rien, Riggs recurre a los «freedom songs» (canciones de libertad): himnos cantados durante el Movimiento por los Derechos Civiles de la población negra en Estados Unidos. La inclusión de «freedom songs» sitúa a la comunidad gay y la pandemia del SIDA dentro del contexto más amplio de la historia afroamericana.
Hecho con escenas descartadas de Tongues Untied, Affirmations inicia con el testimonio del poeta y Master Snap! Grand Diva Reginald Jackson, quien tuvo su iniciación sexual gay antes de ir a cantar en un coro de música góspel. Jackson se percató de la sensibilidad de su primer amante al verlo llorar cuando una vieja canción le recordó a un antiguo amor. (Cabe resaltar las voces de niños jugando que se oyen al fondo durante su relato, normalizando la iniciación sexual de Jackson e insertándola en el día a día de la comunidad). La transición a la segunda parte del corto es un fragmento de freedom song seguido del primer plano de un niño tocando la flauta en una banda musical durante el African American Freedom Day en Harlem. Le siguen imágenes de la banda y otros hombres desfilando, algunos cargando imágenes de Malcolm X y Martin Luther King, entre otros líderes negros, antes de pasar a un grupo de gays negros que proclaman a coro: «Hey, hey, ho, ho / Homophobia’s got to go» (La homofobia se tiene que ir). Desde el público un joven grita: «Hay niños aquí», «Ustedes no son parte la tradición africana», «Ustedes son esclavos todavía», pero el coro de voces gay negras prosigue mientras la cámara funde a negro. Unos intertítulos sirven de transición a la parte final, en la que los sonidos de una «freedom song» se funden con las voces de hombres gay negros expresando sus deseos, yuxtapuestos con imágenes de la marcha, con primeros planos de rostros de hombres negros y con un plano de un grupo de hombres parados en línea, tomados de la mano.
Con un título tomado de la citación de Edith Piaf en un poema epónimo de David Frechette, Non, Je Ne Regrette Rien abre con la canción Oh Freedom (Oh, Libertad), himno de inicios del siglo XX asociado con el movimiento por los derechos civiles. El perfil de la cantante afroamericana Linda Tillery aparece a oscuras, ocupando la mitad derecha de la pantalla, sobre un fondo azul, privilegiándose así su voz sobre su rostro. En medio del «freedom song», un hombre (solo se ve su boca y su nariz, de perfil) recita un poema antes de iniciar los testimonios de cinco hombres gay negros seropositivos, introducidos a través de sus ojos o bocas, quienes narran cómo supieron que tenían el VIH. Durante un entreacto poético-musical se ven fotos en blanco y negro de los entrevistados cuando eran niños, sin todavía revelarse sus rostros o sus nombres. Al reanudar los testimonios la cámara retrata sus manos, hasta que poco a poco se revelan los cinco rostros. Pero no se les identifica por nombre hasta el final, mientras se oyen las voces de Tillery, el cantautor gay Blackberri y Marlon Riggs, unidas en una «freedom song» original, Ain’t Gonna Let No Virus (No dejaré que ningún virus), himno que enlaza las vidas con el VIH y la lucha por los derechos civiles.
En Non, Je Ne Regrette Rien Marlon Riggs recurre nuevamente a la fusión sonora de música, poesía y testimonio. Así rompe el silencio sobre el VIH e intersecta las luchas de los gays y de la población negra. La afirmación final del documental viene de boca del activista, artista y poeta haitiano-americano Assoto Saint, quien perdió a su pareja en 1993 y falleció en 1994, ambos a consecuencia del SIDA (Tenía 36 años). Su citación de la canción francesa la vuelve poesía y «freedom song», un chasquido final: «Sí, yo fui parte de la revolución sexual y no tengo remordimientos. Lo hice todo: los baños, los bares, los camiones. En Europa, en África, en Estados Unidos y en Canadá. Lo hice todo y no me arrepiento de nada». «¡Snap!».
FUENTES:
[1] Joseph Beam, «Brother to Brother: Words from the Heart», en Brother to Brother: New Writings by Black Gay Men, Washington D. C., RedBonePress, 2007.
[2] David Warren Frechette, «Non, Je Ne Regrette Rien», en Here to Dare: 10 Gay Black Poets, Nueva York, Galiens Press, 1992, p. 128.
[3] I Shall Not Be Removed: The Life of Marlon Riggs (No me removerán: La vida de Marlon Riggs, Karen Everett, 1996). Cabe notar que Riggs ofreció otra explicación no ligada a su enfermedad en una entrevista tras el estreno de Tongues Untied: «Lo que realmente me llevó a hacerlo [ponerme en frente de la cámara] fue la necesidad de llegar al asunto de los hombres gay negros amando a los hombres gay blancos». Chuck Kleinhans y Julia Lesage, «Interview with Marlon Riggs: Listening to the Heartbeat», en Jump Cut 36 (mayo de 1991).
[4] Temo que mi traducción no le haga justicia al original: «a Black Gay Signifyin’ Butch-Queen devoted to the fine and sometimes martial “arts” of the Wicked Read and the Subversive Snap». Marlon T. Riggs, «Notes of a Signifying Snap! Queen», en Art Journal 50.3 (otoño de 1991), p. 60.
[5] Marlon T. Riggs, «Black Macho Revisited: Reflections of a Snap! Queen», en African American Review 25.2 (verano 1991), p. 392.
[6] Kleinhans y Lesage, Interview with Marlon Riggs: Listening to the Heartbeat.
[7] No incluyo el adjetivo «queer» pues su connotación entonces era principalmente de insulto apropiado con fines políticos —Queer Nation / Nación Queer— y recién se iniciaba su reempleo como herramienta de análisis crítico, las teorías y/o estudios queer.
[8] Para un recuento de la controversia en torno a la exhibición de Tongues Untied en P.O.V., véase el capítulo 5 de B.J. Bullert, Public Television: Politics and the Battle Over Documentary Film, New Brunswick, N.J., Rutgers University Press, 1997, pp. 91-122.
[9] Marlon T. Riggs, «Meet the New Willie Horton», en The New York Times, 6 de marzo de 1992, p. A33.
[10] «In America, I place my ring on your cock, where it belongs».
[11] Completado póstumamente, Black Is… Black Ain’t (Marlon Riggs y Christine Badgley, 1995) amerita un espacio aparte pese a su conexión con los títulos anteriores. Los efectos del SIDA alteraron la forma del proyecto. Badgley, co-directora y colaboradora en sus otros proyectos, grabó a Riggs mientras estaba hospitalizado e incorporó esas imágenes, dándole una dimensión personal al documental.