El desquicio contemplativo
Alex Winter (2019) de César Demian
Por Rodrigo Urbina
El desquicio contemplativo
Alex Winter (2019) de César Demian
Por Rodrigo Urbina
Bajo el paradero terrenal de un monte azulejo y un bosque rico en magnitudes contemplativas, coexiste Alex, un muchacho confinado por su pueblo, casa y madre en una mundana y solitaria vulnerabilidad. La estancia del joven, apabullada por el abandono de su padre, la ingestión de estupefacientes y la incursión en negocios turbios, trastorna su estabilidad mental, desencadenando una alteración del entorno por mano propia.
Ópera prima del cineasta y fotógrafo regiomontano César Demian, Alex Winter (2019) presenta una contemplación psicológica sobre la pesadumbre del confinamiento individual. Con un elenco de cuatro personajes y juegos estéticos de luces, colores y sonidos, el eje narrativo de la película supone un diálogo entre sus elementos yuxtapuestos bajo la representación audiovisual del desquicio, donde los planos conforman una atmósfera inquieta y sugestiva de porvenires transgresores.
La relación disfuncional entre Alex (Sebastián Aguirre) y Violeta (Úrsula Pruneda), su madre autoritaria, caracterizada por confrontaciones violentas e insultos con cierta tensión sexual, denota un conflicto inicial por el que su núcleo familiar vive con una insatisfacción incierta e incómoda. Sus diálogos e interacciones son recordatorios de la ausencia del padre y el estancamiento emocional presente, y fungen como vehículo de exposición filosófica-narrativa, donde las pausas contemplativas cobran sentido ante los trances y malestares indescriptibles de nuestro protagonista.
El cuarto de Alex, un pequeño espacio de madera saturado de luz roja, es un lugar para contemplaciones, intimidades y episodios tanto sexuales como violentos. Mientras que la cercanía del bosque, digna de admiración solitaria, suscita a una presencia blanca en vigía constante que atormenta al protagonista en sus «viajes» y pensamientos en torno a su corporalidad en el espacio natural. Este acoso se mantiene en constante reflexión sin asentamiento definido: ni el mejor amigo de Alex o el consumo de drogas pueden encubrir la añoranza paternal, dando lugar a las reacciones violentas del joven contra sus demonios externalizados en la presencia blanca y en el amante de su madre.
Alex Winter es el nombre del protagonista y del padre ausente; en ambos casos, supone una figura deambulante por la que su existencia y su pasado se conflictúan sobre ese lugar encerrado. La vida de Alex es, a fin de cuentas, un conglomerado de traumas y roles impuestos, razón por la que busca salir del agobio de su cotidianidad insatisfactoria. Las pausas contemplativas, adjuntas a los diálogos informativos de la psique en cuestión, se aglutinan con ambientes sonoros musicales para quebrar la situación subjetiva del personaje. Pasando los malos tratos, las alucinaciones malvibrosas y la contemplación suficiente, sólo podemos concluir que al hombre de la casa no le quedó de otra más que dejar los malestares y confusiones atrás.