Consideraciones sobre el tiempo

Winter’s Night (2018) de Woo-jin Jang


Oct 11, 2019

TAMAÑO DE LETRA:

¿Cuál es la materia prima con la que trabaja el cineasta? La imagen, quizá, sea la respuesta más adecuada. Sin embargo, el cine no es cine hasta que existe una concatenación de imágenes para sugerir movimiento; el cine no es cine hasta que, del entramado a 24 cuadros por segundo, que después se estampa luminoso en las paredes, surge el tiempo. De ahí nace el cine, de ahí emana. Del tiempo.

El tiempo líquido


Winter’s Night (Gyeo-wul-ba-me, 2018), tercer largometraje del director coreano Woo-jin Jang, se mueve por dos líneas dramáticas, la argumental y la representativa. La historia a nivel de guion es muy sencilla: Heung-ju y Eun-ju forman un matrimonio que se encuentra en un viaje de negocios en la región de Chuncheon, capital de Gangwon, al norte de Corea del Sur; a la par, seguimos los pasos iniciáticos de un joven militar en su camino hacia el amor de pareja.

La primera vez que vemos al matrimonio, éste viaja en taxi por una extensa carretera. Pronto, Eun-ju pide al conductor regresar, dar vuelta en u, pues ha extraviado su celular. La vuelta en u es la representación mecánica y literal del viaje sensorial que los personajes están a punto de experimentar. Como ya lo ha hecho Bi Gan con la ciudad de Kaili en su ópera prima Kaili Blues: Canción del recuerdo (Lu bian ye can, 2015) y también en Largo viaje hacia la noche (Di qiu zui hou de ye wan, 2018), Woo-jin Jang utiliza el espacio geográfico de Chuncheon como un pasaje místico al tiempo líquido.

La iluminación


Al igual que Bi Gan, el coreano inserta en el andamiaje filosófico de su cinta nítidos guiños a la sabiduría budista: si en Kaili Blues era la mención del Sutra del diamante, aquí es el Templo Cheongpyeongsa el nexo inequívoco entre espiritualidad y obra. Woo-jin Jang nos invita a abandonar las preconcepciones que tenemos en mente y alma para reconciliarnos con el pasado y, así, acceder a la iluminación.

El tiempo en Winter’s Night se emancipa de la preconcepción occidental de linealidad y esquematización rígida para volverse un cauce homogéneo en el cual fluimos armónicos con pasado y presente, con recuerdo y realidad. El matrimonio, ya de nuevo en Chuncheon, con el pretexto del celular extraviado, deambulará por separado por toda la región en busca de una reconciliación con sus memorias y sus demonios. En el plano argumental, el cineasta no es explicativo, en todo momento enfatiza las fuertes similitudes entre Heung-ju y el joven militar para inferir que se trata de la misma persona, pero nunca lo establece de manera literal.

Hablamos aquí de dos tiempos que conviven en un mismo espacio; el presente en el matrimonio y el pasado en la pareja de jóvenes, ambos coqueteando permanentemente con el encuentro inminente.

Teatralidad


Los recurrentes campos vacíos; el estatismo de los planos, dinámicos por la movilidad de los personajes en pantalla que componen y recomponen el encuadre en función de su corporalidad; la perpetua quietud de la cámara durante lapsos prolongados, limitándose a tenues movimientos laterales o acercamientos tarkovskianos: a Woo-jin Jang, al igual que a Theodoros Angelopoulos, le basta un suave paneo o un delicado tilt para llevarnos 30 años al pasado y, de igual forma, regresarnos al presente.

Si en lo argumental el director nunca es explicativo, en lo formal es todo lo contrario; de la iluminación del cinefotógrafo Jeong-hoon Yang —que baña los bosques con ficticias candilejas rojas y azules—, de la escasez de personajes y de lo reducido del lenguaje cinematográfico emana un fuerte carácter escénico, recordándonos en todo momento que nos encontramos en un espacio y en un tiempo onírico.

La teatralidad de Winter’s Night potencia la representación del bosque metafísico, ése que ya vimos en cintas de Apichatpong Weerasethakul, Phuttiphong Aroonpheng, Bi Gan y en otros tantos realizadores orientales contemporáneos, y que supone un conducto idóneo para, después de una larga travesía, alcanzar la redención.

El viaje catártico


Siguiendo con la ambigüedad narrativa de la cinta, Jang sugiere que una desgracia tuvo lugar en algún punto pasado del matrimonio (la mención de una muerte, la obsesión de la esposa por las fotografías que acumulaba en su celular extraviado, ¿quizá la pérdida de un hijo?), sin embargo, no la conoceremos nunca y lo cierto es que no hace falta. Aquí el drama no proviene de un hecho puntual, sino de la configuración espaciotemporal que nos acerca a la reconciliación entre pasado y presente.

Es el viaje mismo el momento catártico, no el destino. El cruce de tiempos permitirá a los personajes alcanzar la redención, la cual no siempre es cálida y amable; a veces, como aquí, es dolorosa e irrevocable. Su matrimonio está muerto; ambos lo sabían, pero se negaban a aceptarlo.

En la última secuencia del metraje, Eun-ju regresa por las huellas en la nieve que momentos antes ya había caminado: el máximo símbolo del tiempo como dimensión transitable y de nuestra responsabilidad de recorrerlo y aceptarlo. El camino de los protagonistas en Winter’s Night desemboca en un recorrido tan aterrador como bello. A través de la historia de un matrimonio aquejado por las irreconciliables heridas causadas por los años, Woo-jin Jang presenta al tiempo como un tortuoso e intrincable camino de senderos bifurcados y confusos, pero también nos da los medios para poder sortearlo.

TAMAÑO DE LETRA:

 

  • Clementina
  • El poder del perro
  • Adios al lenguaje-2