La sinceridad del fracaso

The Disciple (2020) de Chaitanya Tamhane


Sep 28, 2020

TAMAÑO DE LETRA:

El cineasta y lúcido teórico indio Mani Kaul escribió que la incapacidad natural para imitar a alguien perfectamente lleva a que uno se percate de las luchas propias, donde sí hay cabida para la originalidad.[1] Esa es una de las formas en las que algunas ideas de Kaul sobre el cine, que no su forma de filmar, se perciben en el rigor formal de The Disciple, de Chaitanya Tamhane. Después del reconocimiento logrado con Court (2014), Tamhane regresó a Venecia, donde obtuvo el premio a mejor guion, y llega ahora a América presentándose en los festivales de Nueva York y Toronto.

Si en Court existía un entendimiento de la forma en la que la ley involucra más que la relación entre acusado y acusante, en The Disciple dicha tensión se traslada a la silente batalla interna que libra Sharad en su trayectoria por la música clásica india a través de las enseñanzas de su padre y el rigor, más que el amor, que su maestro Guruji le transmite por la música. Siendo un buen vocalista, sin destacar, Sharad asume que el sacrificio y la disciplina representan un claro camino al éxito, un elusivo paradigma que suele ser dictado por parámetros como dinero o fama, escuchando con sobria devoción los audios de un viejo maestro llamado Maai, cuyas enseñanzas («Aprende a estar solitario y hambriento») resuenan aún más que las cítaras que se escuchan en gran parte de la película.

A pesar de estar rodeado de maestros, Sharad no desea tanto imitarlos como luchar por la supervivencia de sus métodos en un mundo que aboga por su extinción al considerarlos ineficientes y obsoletos. Al igual que su protagonista, Tamhane se adhiere a una construcción narrativa que es intrincada pero transparente, estructurando la película en un continuo de escenas que alternan tiempos con la misma naturalidad que sucede en la música. La polifonía visual de la película es tan nítida que parece no existir, como cada uno de sus planos, cuya construcción denota una rigurosa concepción del espacio, del encuadre y de la posición de los actores. Cada elemento tiene la misma importancia que los otros, como en las escenas de los recitales, en las que la audiencia es tan importante como el músico o el vocalista.

Antes de filmar la película, Tamhane desconocía por completo el mundo de la música clásica y, tomando quizá indirectamente otra lección de Mani Kaul, pasó años educándose en la misma y así poder perfeccionar su oficio con el mismo rigor de su protagonista. La obra de santos y ascetas de la música, creada a partir de la fe en Sarasvati, la diosa de la música, no desaparece completamente mientras exista quienes crean que es importante y que existen lecciones valiosas que pueden aprenderse de ella.

«Adorar las notas demanda pureza de la mente», dice el maestro Maai en una de sus grabaciones, digitalizadas afectuosamente por Sharad. Esta máxima podría extrapolarse de la música a otras artes como la literatura o el cine, ámbitos en los que el rigor y la disciplina —no solo en su práctica, sino en su análisis— han mutado en la popularidad y mezquindad de fenómenos mediáticos como el de la joven estudiante de música clásica que es transformada en una estrella pop en la emisión televisiva al estilo de American Idol que ve Sharad. La película de Tamhane pone en marcha una batalla sin hostilidades, silente y profundamente frustrante en su soledad, en la que la consolación para el fracaso es la sinceridad, como le hacen notar a Sharad. En ese sentido, The Disciple parece mostrar que no hay éxito más rotundo que la aceptación de un fracaso sincero.

TAMAÑO DE LETRA:

 

  • Clementina
  • El poder del perro
  • Adios al lenguaje-2

FUENTES:

[1] Mani Kaul, «Filmmakers on Bresson» en Robert Bresson (editado por James Quandt), 1998. Citado en: Sen Arindam, «Improvisations on a Scale: The Cinema of Mani Kaul» en MUBI, 2018.